
Un reciente informe de la OIT, Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2016 (WESO, en inglés), advierte que en 2016 está previsto que aumente el desempleo mundial alrededor de 2,3 millones para situarse en 199,4 millones y según sus estimaciones, otros 1,1 millones de desempleados podrían sumarse a esta cifra en 2017. Según estos datos, la tendencia del desempleo global sería un aumento continuo, pues en 2015, el desempleo mundial se situó en 197,1 millones de personas, 27 millones más que el nivel anterior a la crisis de 2007.
Los autores del informe WESO documentan además el hecho de que la calidad del empleo sigue siendo un gran desafío. Si bien se ha registrado una disminución en las tasas de pobreza, la tasa de descenso del número de trabajadores pobres en las economías en desarrollo se ha ralentizado y el empleo vulnerable aún representa más del 46 por ciento del total del empleo a nivel mundial, afectando alrededor de 1.500 millones de personas.
El empleo vulnerable es especialmente alto en las economías emergentes y en desarrollo, alcanza entre la mitad y dos terceras partes de la población empleada en esos grupos de países, respectivamente, con los niveles más altos en Asia Meridional (74 por ciento) y África Subsahariana (70 por ciento).
Por otra parte, el informe muestra que el empleo informal – como un porcentaje del empleo no agrícola – supera el 50 por ciento en la mitad de los países en desarrollo y emergentes que disponen de datos comparables. En una tercera parte de estos países, afecta a más de 65 por ciento de los trabajadores.
“La falta de empleos decentes hace que las personas recurran al empleo informal, que por lo general se caracteriza por baja productividad, bajos salarios y ninguna protección social. Esto debe cambiar. Responder de manera urgente y enérgica a la magnitud del desafío mundial del empleo es fundamental para la implementación exitosa de la recién adoptada Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible”, según Guy Ryder, director general de la OIT.
“Muchos trabajadores y trabajadoras tienen que aceptar empleos mal remunerados, tanto en las economías emergentes como en las en desarrollo y, cada vez más, en los países desarrollados. A pesar de la disminución del número de desempleados en algunos países de la Unión Europea y en Estados Unidos, demasiadas personas aún no tienen trabajo. Es necesario emprender una acción urgente para estimular las oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen las tensiones sociales”, añadió.
La tasa de desempleo de las economías desarrolladas bajó de 7,1 por ciento en 2014 a 6,7 por ciento en 2015. En numerosos casos, sin embargo, estas mejoras no fueron suficientes para colmar el déficit del empleo que se generó como resultado de la crisis financiera mundial. Además, las perspectivas de empleo se han deteriorado en las economías emergentes y en desarrollo, en particular en Brasil, China y en los países productores de petróleo.
Para Raymond Torres, Director del Departamento de Investigación de la OIT, son urgentes las políticas para incentivar la creación de empleo: “los responsables de la toma de decisiones deben concentrarse más en fortalecer las políticas de empleo y enfrentar las desigualdades excesivas. Existen muchas evidencias de que las políticas sociales y del mercado laboral bien formuladas son esenciales para impulsar el crecimiento económico y abordar la crisis del empleo. Después de casi ocho años del inicio de la crisis mundial, es urgentemente necesario afianzar este tipo de enfoque político”.
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