
«La virilidad sigue siendo indisociable, por lo menos tácticamente,
de la virilidad física, a través, especialmente de las demostraciones de fuerza sexual
que se espera del hombre que es verdaderamente hombre»
Pierre Bourdieu
El acoso sexual es violencia machista, es importante dejar esto claro ya que a menudo se habla del acoso sexual como algo sin importancia, son cosas que suceden, son bromas sin importancia; vaya… que los hombres que humillan e intentan someter a su dominio a las mujeres lo hacen sin maldad.
Es lo que se ha visto con claridad con las actrices que han sufrido y han denunciado el acoso sexual, y en algunos casos violaciones, por parte de Harvey Weinstein. Estos hechos han levantado tal polémica que la Academia de Hollywood ha destituido al susodicho individuo. Basta con leer alguno de los muchos artículos que se han escrito, para darse cuenta que era de dominio público que el todopoderoso productor sometía a todo tipo de presiones a las actrices que trabajaban con él. Muchas de ellas habían revelado las vejaciones que sufrían por parte del productor pero, o no se las creía o se minimizaban los hechos o se les aconsejaba no denunciar, pues ‘tendrían problemas para trabajar’.
Debemos recordar que el mundo de Hollywood es un mundo donde el dominio masculino es claro. Son ellos quienes producen y dirigen la mayoría de las películas y, como consecuencia, las mujeres se encuentran en una situación de subordinación. Para demostrar su hombría, su virilidad, muchos hombres ejercen violencia contra las mujeres, acosándolas y, desde su posición de poder, intentando debilitar su autoestima e impidiendo que les denuncien. Es lo que ha sucedido con Weinstein y con otros muchos directores que están siendo denunciados.
Otros, como Tarantino, conocían los abusos de Weinstein y se callaron. ¿Cómo es posible? Eran amigos, trabajaban juntos y sólo ahora que muchas mujeres lo denuncian públicamente, reconoce saber lo que estaba pasando. Para ellos acoso sexual se ve como un incidente menor, son ‘cosas que pasan’. Harvey Weinstein es el prototipo de macho alfa que demostraba su virilidad y su machismo ejerciendo violencia sobre las mujeres, en especial sobre aquellas que de alguna manera estaban desprotegidas y que, no es una cuestión menor, dependían de él para no ser vetadas en el ejercicio de su profesión y quienes le rodeaban lo sabían y lo dejaban pasar, sólo ahora parecen darse cuenta del sufrimiento de las mujeres.
El acoso sexual es violencia machista, es dominación masculina
Como ya hemos señalado, el acoso sexual es violencia de género, pero no parecen tenerlo en cuenta los hombres del entorno del productor, todos optaron por mirar a otro lado y pensar que eran casos pasajeros, que solamente las manoseaba, las besuqueaba, como si eso fuera admisible, como si un cierto grado de agresión debiera ser permitida. Y aún más, ¿vamos a pensar que el mencionado productor no aireaba sus escarceos y boceaba sus conquistas? Todos los hombres deben ser conscientes que aceptar comentarios ofensivos, despectivos hacia las mujeres, supone ser cómplices de la violencia que se ejerce sobre ellas. Aceptar que sean tratadas como objetos sexuales, es permitir que quien tiene poder vaya más allá y se considere con derecho a acosarlas o violarlas.
Las denuncias contra Weinstein han facilitado que en otros entornos, otras mujeres hagan público el acoso que han sufrido. Es el caso del mundo del deporte. La excampeona olímpica McKayla Marone reconoce haber sufrido abusos por parte del doctor Larry Nassar. Con la étiqueta #MeToo #YoTambién declaraba: «Sé lo difícil que es hablar públicamente de algo tan horrible, y tan personal, porque también me ha ocurrido». Es terrible leer: «Todo comenzó cuando tenía 13 años (…) y no acabó hasta que dejé el deporte».
Emma Thompson lo ha dejado claro: ”Esto ha sido parte de nuestro mundo, del mundo de las mujeres desde tiempos inmemoriales. Lo que necesitamos es empezar a hablar sobre la crisis de la masculinidad, la crisis de la extrema masculinidad, que representa ese tipo de comportamiento, y el hecho que no solo esté bien visto, sino que además está representado por el hombre más poderoso del mundo en este momento.” recordemos que el presidente Donald Trump ha sido acusado por varías mujeres de abusos sexuales.
La campaña #MeToo, #YoTambién y las denuncias contra Weinstein, han provocado que las trabajadoras de la UE denunciaran acoso sexual y abusos de poder en los despachos de los eurodiputados, otro secreto a voces silenciado. Siempre es grave que el acoso sexual sea aceptado de una forma más o menos explícita, pero que en el Parlamento Europeo las mujeres sean acosadas y vejadas, es aún más inadmisible. Esos europarlamentarios, que intimidan y acosan a mujeres, están allí para defender los interesas de las ciudadanas y ciudadanos. ¿Qué credibilidad les vamos a dar con estos comportamientos?
¿Por qué esta permisividad hacia el acoso sexual?
Acosar a las mujeres, menospreciarlas, es percibido por muchos hombres como ejemplo de virilidad, cuantas más mujeres puedan someter, más machos demuestran ser en el entorno masculino en el que se relacionen. La impunidad que la sociedad, y en algunos casos la justicia, demuestra hacía la violencia de género posibilita que el acoso sexual continúe.
El poder masculino no se cuestiona en profundidad, la dominación masculina está normalizada en muchos aspectos de la vida cotidiana y ello favorece y permite que los hombres ejerzan dominio sobre las mujeres.
Que en una institución, como el Parlamento Europeo, ocurran hechos como los que hemos señalado, demuestra que el poder político sigue en manos masculinas, ellos tienen siempre puestos de mayor poder y saben que las mujeres tienen miedo a ser despedidas o sancionadas. ¿Cómo van a legislar contra las violencias machistas, sobre igualdad, políticos que tienen tan poco respeto por las mujeres? ¿Cómo vamos a esperar que se denuncie a los compañeros, a sus pares? No podemos seguir justificando la violencia machista con el argumento de que a los hombres se les educa para ser dominantes, para tener supremacía sobre las mujeres de su entorno, sean esposas, hijas, madres…; ni seguir aceptando la idea de que la educación recibida es una escusa. Incluso se culpa a las madres, por ser ellas quienes educan. Es decir, que por una razón u otra la culpa recae siempre sobre las mujeres.
A las mujeres se les educa para ser sumisas, para poner los intereses de los hombres por delante de los propios. Sin embargo, cuando las mujeres no denuncian, cuando ‘aceptan’ someterse y cumplen el mandato de género, la educación que han recibido no sirve como escusa, no sirve para entender su actitud de sometimiento. En el caso de los hombres la educación es la justificación para imponerse, en el caso de las mujeres la educación no justifica su comportamiento.
Las mujeres están siendo capaces de romper con los estereotipos que la sociedad les impone; lo importante es que también los hombres lo hagan. Al igual que muchas mujeres se están uniendo a la campaña #MeToo #YoTambién, los hombres deben hacer lo mismo y denunciar, uniéndose a la campaña #Yotblohevisto.
Deja una respuesta