
Hay circunstancias o periodos en los que se requieren de cuidados intensivos o especializados, como en la niñez, durante la enfermedad, cuando existe alguna discapacidad y en situaciones de invalidez por vejez.
Las «políticas de cuidado», referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional de las personas, están cobrando mayor importancia en América Latina y el Caribe durante los últimos años. En su informe «Panorama Social 2015», la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), subraya que los cuidados «constituyen una responsabilidad compartida entre la familia, la comunidad, el mercado y el Estado».
El trabajo del cuidado sin embargo recae principalmente sobre las familias, en especial sobre las mujeres, y recibe una escasa y fragmentada atención por parte de la política social. El debate sobre cómo incorporar la complejidad del cuidado en una lógica de derechos se relaciona con la igualdad de oportunidades, de trato y de trayectorias en el marco de un contexto de ampliación de los derechos de las personas que implica un nuevo concepto de la ciudadanía.
Por otro lado, ha surgido el término «economía del cuidado» para especificar actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, con el fin de resaltar la relevancia de esa actividad para el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus poblaciones. La «economía del cuidado» presenta una particular configuración de género, mientras el impacto que sobre la misma tienen las políticas públicas en general y económicas en particular no resulta neutral.
El informe subraya la necesidad de una aproximación comprensiva al análisis del cuidado en diversos sectores, como infraestructura, salud, educación, protección social y políticas de mercado de trabajo, así como el enfoque de género para el diseño de las políticas públicas.
Fuente: Cepal
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