
11 de abril de 2020
Las inversiones con criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo están aumentando no sólo por razones éticas sino también por su potencial para detectar riesgos financieros que a menudo no se pueden identificar en los resultados trimestrales de una empresa.
Un informe reciente de Bloomberg, destacaba el rendimiento superior de los fondos ESG en el índice S&P500 que cubre el 80% de la capitalización de mercado de los EE.UU. Este desempeño se ha confirmado incluso durante la cuarentena de la economía mundial.
Del mismo modo, en el informe publicado el 25 de marzo, el Bank of America Merrill Lynch señalaba que a nivel global, las empresas más «sociales» superan al resto en 5 a 10 puntos en el mercado de valores en comparación con los puntos de referencia.
Otro informe de Morgan Stanley de marzo afirma que “con la crisis de Covid-19, las consideraciones sociales han vuelto a la vanguardia de la ESG. Las decisiones corporativas que afectan a los trabajadores y las comunidades se han vuelto más importantes para los inversores». Así cuestiones como la salud y la protección social de los empleados, la conciliación, el teletrabajo o la protección frente al desempleo.
Junto a ello, siguen estando presentes las cuestiones medioambientales. HSBC ha estudiado a más de 600 grandes empresas que generan al menos el 10% de sus ingresos a través de soluciones climáticas, así como a casi 150 empresas con una alta puntuación ESG en todo el mundo. Entre el 24 de febrero (el comienzo de la alta volatilidad en los precios debido al coronavirus) y el 23 de marzo, las acciones orientadas al clima superaron a otras acciones en un 3%. En cuanto a las acciones de ESG, superaron a las demás en aproximadamente un 7%.
Todo ello hace que esté surgiendo una demanda creciente de servicios de compañías de datos ESG que analizan y califican sobre el desempeño ambiental, social y de buen gobierno. Al menos una docena de grandes empresas realizan esas calificaciones, como Sustainalytics y MSCI Inc., S&P, Moody’s y Fitch Ratings. Estos calificadores calculan los puntajes analizando datos disponibles públicamente, que incluyen declaraciones de empresas, noticias e informes de organizaciones no gubernamentales. Los temas que cubren tienden a reflejar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que van desde la igualdad de género hasta una energía limpia.
Sin embargo, verificar si un bono es realmente verde o si una empresa cumple realmente estándares ESG, no es fácil, en un mercado que mueve más de 30 billones de dólares en activos, según las estimaciones de un estudio del MIT Sloan School of Management publicado en agosto.
Los resultados de diferentes proveedores de datos y calificaciones ESG son difíciles de comparar. El documento del MIT encontró que en un conjunto de datos de cinco calificadoras de ESG las correlaciones entre los puntajes de 823 compañías eran en promedio de 0,61. (Una correlación de 1,0 es igual al 100%). Como comparación, las calificaciones de crédito de Moody’s Investors Service y de S&P Global Ratings tienen una correlación de 0,99.
En teoría los puntajes deberían relacionarse principalmente con los riesgos asociados a las actividades de negocios principales de una empresa. Por ejemplo cómo un fabricante de alimentos maneja los desechos o lo que está haciendo una empresa de transporte para reducir las emisiones de carbono. Sin embargo los métodos para las evaluaciones varían entre los proveedores y deberían ser más transparentes.
Según la analista Jacqueline Poh, de Bloomberg, “para dar una idea de cuánto pueden diferir las calificaciones, miremos a un sector como el de tabaco, al que muchos inversionistas sostenibles han excluido durante años. Basados en los últimos informes de calificación de este año, el proveedor de calificaciones de sostenibilidad ISS ESG con sede en Múnich asignó a British American Tobacco Plc una calificación débil, apuntando a un alto riesgo, mientras que Sustainalytics le asignó a la compañía un puntaje de 24,4, lo que representa un riesgo medio en su escala.”
Para Julian Koelbel, uno de los autores del documento del MIT, “La mitad de las diferencias generales deriva de diferentes ponderaciones, la otra mitad de diferentes evaluaciones dentro de las categorías”.
Las calificaciones ESG también han demostrado estar lejos de ser perfectas para detectar una inminente catástrofe. Algunos casos recientes vienen representados por la compañía eléctrica de California, PG&E Corp, que se declaró en bancarrota en enero de 2019 y con riesgos bajos en las calificaciones de Sustainalytics; el caso de Volkswagen, en materia de cambio climático y gobierno corporativo o el del BBVA en España, en gobierno corporativo, antes del escándalo del caso Villarejo, son otros ejemplos.
En busca de la estandarización
Los proveedores de datos y calificaciones ESG no están regulados. Sin embargo, se están realizando esfuerzos para generar más transparencia y estandarización en la industria. Del mismo modo, si bien algunas empresas pueden divulgar voluntariamente datos ESG, no hay un estándar obligatorio sobre cómo deberían hacerlo. De ahí que el principal desafío sea buscar la coherencia en la divulgación de datos ESG de las compañías. Y aquí ya hay iniciativas en marcha.
Por un lado, la nueva taxonomía de la Unión Europea, que entrará completamente en vigor para fines de 2022, introducirá requisitos de divulgación para los proveedores de índices y referencias que usan etiquetas de ”sostenibilidad” y otras.
Estas obligaciones tendrán que impulsar a la industria hacia un estándar de mayor calidad puesto que tendrán que proporcionar total transparencia en sus índices ESG, especialmente en relación con las metodologías y las fuentes de datos, pero también tendrán que seguir claras directrices sobre los criterios aplicados según las clases de activos que se están incorporando en el índice.
Del mismo modo, la UE actualmente requiere que las grandes compañías publiquen regularmente informes sobre los impactos sociales y ambientales de sus operaciones. La Comisión Reguladora de Valores de China está haciendo obligatorio para todas las compañías y emisores de bonos que cotizan en bolsa que divulguen sobre sus riesgos ESG para 2020. En otro extremo se sitúa la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU., el regulador financiero de la mayor economía del mundo, que no requiere la divulgación corporativa de datos ESG.
La Iniciativa de Reporte Global, una organización de estándares independientes, está creando directrices para que las compañías divulguen sobre el desempeño de sostenibilidad. Un esfuerzo similar es el que aporta la Junta de Normas de Contabilidad Sostenible (SASB, por sus siglas en inglés), que está desarrollando estándares sobre temas de divulgación específicos de la industria que pueden tener un impacto financiero en las compañías y los inversionistas.
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