
Tras una recesión prolongada y dolorosa, el desafío actual para la UE consiste en impulsar el empleo, el crecimiento y la inversión. La Comisión ha situado dicho desafío entre sus máximas prioridades políticas. El comercio es uno de los pocos instrumentos disponibles para impulsar la economía sin imponer una carga a los presupuestos estatales, de forma análoga a las reformas estructurales emprendidas por los Estados miembros y a la labor acometida como parte del Plan de Inversiones de la UE.
La UE está bien situada para utilizar la política de comercio e inversión de manera que contribuya a cumplir este objetivo y beneficie tanto a las empresas como a los consumidores y los trabajadores. La UE es el mayor exportador e importador mundial de bienes y servicios considerados en su conjunto, el mayor inversor extranjero directo y el destino más importante de inversión extranjera directa (IED). Esta envergadura convierte a la UE en el mayor socio comercial de unos ochenta países y en el segundo socio más importante de otros cuarenta.
La UE debe utilizar esta fortaleza en beneficio tanto de sus propios ciudadanos como de los de otras partes del mundo, especialmente los de los países más pobres. No obstante, la evolución del funcionamiento de la economía mundial requiere un diseño distinto de la política comercial. El sistema económico actual —esencialmente global y digital— se basa en cadenas de valor internacionales en las que la concepción, el diseño y la producción tienen lugar en varias fases y a través de muchos países.
La política de comercio e inversión de la Unión Europea debe asumir en mayor medida esta realidad y observar todas las formas de interactuar con el resto del mundo que tienen las empresas de la UE. Por ejemplo, hoy en día los servicios se negocian cada vez más de forma transfronteriza. También están estrechamente relacionados con el comercio tradicional de fabricación. Como resultado, el comercio hace que no solo las mercancías, sino también las personas y la información atraviesen fronteras, lo cual refuerza las vías que tiene el comercio para impulsar el intercambio de ideas, capacidades e innovación. La política comercial de la UE debe facilitar este intercambio. Además, una política de comercio eficaz debe estar en sintonía con las políticas de la UE en materia de desarrollo y con la política exterior en general, así como con los objetivos exteriores de las políticas internas de la UE, de manera que se refuercen mutuamente.
La política comercial repercute notablemente en el panorama geopolítico, y viceversa. Por otra parte, la política comercial, junto con la cooperación para el desarrollo, constituye un potente motor de crecimiento en los países en desarrollo.
En este documento se presentan los lineamientos para una Política de Comercio e Inversión más sostenible.
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