La transición energética hacia un sistema 100% renovable, eficiente e inteligente necesitará que millones de personas se involucren en ella de múltiples formas para que ocurra con la rapidez necesaria para salvar el clima.
Incluso desde una perspectiva meramente financiera, para que la transición energética se haga realidad es necesario que se hayan invertido alrededor de 64,4 billones de dólares en 2050 a escala global, o 1,6 billones al año, incluyendo inversiones para reemplazar las centrales existentes obsoletas y contaminantes. A pesar de ser unas inversiones importantes, no son sustancialmente mayores que las que se están realizando actualmente, el reto está en la urgencia de reorientar por completo en qué se invierte a escala global, pues por ejemplo actualmente los combustibles fósiles reciben más de cuatro veces más subsidios que las energías renovables o que a la eficiencia energética.
La tecnología ya hace que la transformación del modelo energético sea posible y viable, pero que ocurra depende de factores sociales y político/institucionales.
Hoy día los ciudadanos que se involucran en el mundo de la energía se enfrentan a obstáculos importantes a la hora de producir su propia electricidad. Tanto en España como en la Unión Europea existen restricciones legales explícitas, procedimientos administrativos y de planificación desproporcionados y aranceles punitivos que impiden a la ciudadanía poner en marcha la transición hacia las energías renovables. No obstante, con un marco legal nacional y de la Unión Europea adecuado, los ciudadanos productores de energía podrían multiplicarse, proporcionar una parte significativa de la energía renovable de Europa y dotar de una flexibilidad importante al sistema energético a través de la gestión de la demanda.
Greenpeace ha querido investigar si la ciudadanía tiene interés y está dispuesta a involucrarse de forma más activa en transformar la electricidad en España, cuáles serían las motivaciones que empujarían a estas personas, así como algunos casos internacionales en los que esto ya está ocurriendo de forma especialmente innovadora. Los resultados los ha plasmado en el informe “Energía colaborativa: el poder de la ciudadanía de crear, compartir y gestionar renovables”.
“Las grandes compañías están virando poco a poco hacia el nuevo modelo energético pero con estrategias que se están quedando desfasadas“, dijo en la presentación del informe “Energía colaborativa: el poder de la ciudadanía de crear, compartir y gestionar renovables” José Luis García Ortega, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace. Por eso, señaló, es tan importante el papel que asuma la ciudadanía.
En este sentido los resultados del informe son concluyentes:
- El 30,9% de las personas entrevistadas quisiera ejercer su poder de compra y escoger un nuevo proveedor de electricidad que garantizara que produce y vende sólo electricidad 100% renovable, de propiedad distribuida en las manos de miles de ciudadanos
- El 73,7% preferirían que este nuevo proveedor operara sin ánimo de lucro y reinvirtiera sus beneficios en construir más instalaciones de generación renovable.
- El 82% pediría que la nueva entidad le garantice un precio igual o inferior al de las compañías eléctricas tradicionales.
- El 79,6% exigiría que no haya políticos ni ex-políticos en la entidad así como la posibilidad de participar en servicios de gestión de la demanda a cambio de una cierta remuneración.
- El 54,4% estarían dispuestos a ser copropietarios frente al 38,2% que preferiría ser sólo cliente.
- El 12,1% de las personas consultadas invertirían en plantas de generación de energía renovable directamente, sin ser parte de una entidad y el 13% declaran haber considerado muy seriamente instalar el autoconsumo en sus hogares y empresas antes de la encuesta, sobre todo personas que viven en un entorno rural, un porcentaje que aumenta un 25,3% cuando se propone que haya una entidad ética, renovable y ciudadana que facilite el autoconsumo.
Sara Pizzinato, responsable de la campaña de energías renovables de Greenpeace, ha llamado la atención sobre el hecho de que “sorprendemente” la orientación política no ha supuesto un hecho diferencial entre ese 30% de encuestados predispuestas a participar en la transición energética sino que lo que les une es el hartazgo ante las eléctricas tradicionales.
Generación colaborativa
El estudio analiza casos internacionales de plataformas digitales descentralizadas -Peer to Peer o P2P- de energía colaborativa: de compra-venta directa de energías renovables, como Greenpeace Energy (Alemania), Vandebron (Holanda) o Piclo (Reino Unido); financiación ciudadana de proyectos renovables, como Mosaic (EE. UU.) y Mongoose Crowd (Reino Unido); gestión de la demanda distribuida, como Ohm Connect (EE. UU.) o redes virtuales de autoconsumo compartido, como SonnenCommunity (Alemania) y Brooklyn Microgrid (EE. UU.)
Greenpeace incluye al final de estudio una serie de medidas que Comunidades, Gobierno y Unión Europea deberían tener en cuenta para alcanzar el pleno potencial de participación de la ciudadanía en la transición energética y entre ellas, reconocer el derecho ciudadano a ser parte de la transición energética y a participar de sus beneficios.
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