
El 15 de diciembre de 2015 en París tendrá lugar la Conferencia Mundial del Clima que pretende cerrar un acuerdo vinculante que evite que el calentamiento global supere los dos grados centígrados en este siglo.
Desde la cumbre del clima de Rio de Janeiro en 1992, hace 23 años, NNUU ha intentado conseguir un consenso internacional sobre el problema del cambio climático, pero sin mucho éxito. La próxima cumbre del clima en Paris, tiene mucho en juego.
Sin embargo, en los últimos meses parece que se han dado pasos que alentan el optimismo. En noviembre de 2014, en China, Obama y el presidente chino, Xi Jinping, anunciaron un doble compromiso: EEUU –que rechazó en su día incorporarse al protocolo de Kioto firmado por 30 países industrializados- se comprometía a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 28% para 2025 y China dejaría de aumentarlas tras cinco años a la fecha estadounidense.
Y finalmente, en agosto, Obama anunciaba su plan de reducción de emisiones de las centrales termoeléctricas –no a todas las emisiones del país- hasta el 32% tomando como base 2005.
Tenemos con nosotros a Teresa Ribera, ex Secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2004 y 2008, en la actualidad directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI), desde julio de 2014 y forma parte del grupo de expertos asesores de Pedro Sánchez, para las próximas elecciones generales en España.
EL PLAN OBAMA
Teresa, el Plan Obama no parece conciliar muy bien con la apertura del Artico a la explotación petrolífera o el impulso del fracking en EEUU. ¿Hay que leer este plan en clave política como legado de Obama en el fin de su legislatura, o en clave geopolítica, o ve posibilidades reales de impulso de la Conferencia de París?
Yo creo que es una apuesta sincera. Obama entiende que, como ha ocurrido con otros grandes temas, la esclavitud, los DDHH, o la igualdad de género, estamos ante un cambio de época, y piensa que debe estar en el lado correcto, haciendo todo lo que está en su mano dejando atrás la época en que se consideraba arriesgado invertir su capital político pensando en las críticas del votante con preocupaciones de corto plazo o la industria sin visión de largo alcance Obama, está haciendo un esfuerzo muy notable en su segundo mandato poniendo en práctica todo el margen que tiene dentro de sus poderes ejecutivos. Es verdad que el resultado está todavía muy alejado de lo que se necesita, pero su apuesta tiene un gran potencial de cambio.
Junto a esto, vemos todavía algunas contradicciones: se mantiene prudente con el gas no convencional, lo que le ha ayudado a quebrar el lobby del carbón, muy fuerte en USA; buscando la complicidad con la industria local en un ámbito que le permite reducir su dependencia de las importaciones de gas y petróleo del exterior. Es inteligente para activar la transición, pero no es una solución para el medio y largo plazo. El gran reto será evitar que esta primera etapa se convierta en una trampa de la que más tarde resulte difícil salir..
La primera medida que la Agencia de Protección Ambiental americana está impulsando es la regulación adecuada de las condiciones de protección frente a riesgos en el fracking. La gran duda para más adelante es cómo podrá irse dejando atrás en el futuro un tipo de explotaciones que han requerido una cuantiosa inversión.
Por otra parte, la aparición del gas no convencional está generando un cierto espejismo en Europa, que es una región con unas condiciones muy distintas a las de EEUU. Por un lado, Europa está ya en un momento de la transición energética mucho más avanzado que el de EEUU; las condiciones de ocupación y propiedad del suelo son distintas en un territorio densamente poblado como es el de nuestro continente, el nivel de penetración de tecnologías menos emisoras es superior al de América… Y, sin embargo, algunos parecen haberse quedado deslumbrados con la aparición de los no convencionales, sembrando dudas respecto a la apuesta que se venía haciendo en temas de eficiencia y de renovables.
Pero de todas las contradicciones de la política de Obama, el más llamativo es el de la autorización a Shell para perforar en el Artico. Quizás haya que entenderlo en clave política. No hay que olvidar que, tras muchos años de idas y venidas, Obama vetó al gran oleoducto desde el que los canadienses querían exportar su petróleo no convencional hacia las refinerías del golfo. Poco después vemos esta autorización a Shell para trabajar en el Artico.
Es verdad que estas condiciones para trabajar en el Artico son enormemente complejas, está por ver si estas condiciones se van a materializar; es cierto que el Artico es también geopolíticamente sensible dadas las aspiraciones de Rusia y China en la zona, por lo que no hay que descartar que el Presidente quiera poner de manifiesto su capacidad para la toma de decisiones en ese espacio antes de que se le adelanten otros… A ello cabría oponer otras alternativas: el Artico debería formar parte de la agenda del Consejo permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por sus enormes implicaciones en una agenda de seguridad en el siglo XXI, con implicaciones desde el punto de vista geopolítico, social, ambiental y económica.
GEOPOLÍTICA
En el eje geopolítico de EEUU, también tenemos a México. En 1997, durante las negociaciones de la del Protocolo de Kioto, países como China, Brasil o México fueron eximidos de aplicar unas normas que implicarían un freno a sus posibilidades de crecimiento pero este año Mexico ha sido la primera economía emergente que presentó un objetivo para 2020 y el primer país o incluido en el ANEXO I (el de los países industrializados) que se somete de manera formal al Protocolo. ¿Se puede hablar que el eje EEUU-China-México ha desplazado a Europa en el liderazgo en el cambio climático?
Es muy interesante el modo en que los distintos países están abordando este asunto. China y EEUU han entendido que es uno de los grandes desafíos de la geopolítica, de los mercados, de la innovación, del bienestar social, de los restos tecnológicos e industriales para los próximos años…. Cada cual dedica un esfuerzo notable por razones diferentes. China lo hace por razones de seguridad interior y de salud pública al empezar a percibir presiones de su propia sociedad; lo hace también por los costes comerciales y la necesidad de repensar su industria a medio plazo; sabe también que es una carta que no puede descuidar en un momento en el que está forjándose como actor internacional, con dudas aún sobre qué tipo de papel va a desempeñar como actor internacional. Es llamativo ver cómo todavía oscila entre ser un actor protagonista en la construcción y la búsqueda de soluciones de la agenda multilateral y un patrón de gran potencia clásica, con muchas relaciones bilaterales basadas en el interés particular.
En todo caso, China sabe que este asunto es clave, con impactos financieros, con relevancia en su relación con países proveedores, muchos de ellos en la misma región y muy vulnerables al cambio climático.
Hay otros países que se plantean la negociación internacional sobre clima a partir de premisas diferentes. México empieza a sufrir las consecuencias de ser una economía en la que la producción de petróleo tiene un peso relevante.
El cambio de política de Arabia Saudí y su impacto en los precios del petróleo responde a su voluntad de no ceder cuota de mercado a nuevos competidores. A su juicio, mantener artificialmente alto el precio del petróleo facilitaba a sus competidores la inversión en nuevos proyectos que, de otro modo, quizás no hubieran sido posibles. El impacto del brusco descenso del precio del petróleo ha sido muy importante en países cuya economía y prosperidad dependía en exceso de las expectativas generadas por nuevos yacimientos. Pero ofrece también un efecto colateral muy llamativo: descubre la vulnerabilidad de las economías y los inversores demasiado expuestos a un petróleo y un gas sobrevalorados. Exactamente el mismo tipo de argumento con el que las instituciones financieras empiezan a analizar cómo evaluar y dar respuesta a este nuevo tipo de riesgo: la exposición al riesgo climático, la exposición al riesgo carbono.
Estamos asistiendo a un periodo a un inicio del fin de la era de los combustibles fósiles, las energías que pueden competir con los combustibles fósiles están más cerca de lo que pensábamos, con precios crecientemente atractivos. Por razones sociales, económicas, ambientales, por razones tecnológicas, el petróleo, el gas, el carbón tienen menos recorrido del que habíamos pensado y lleva a los estados nacionales a analizar cuál es su nivel de dependencia y de vulnerabilidad, a una economía dependiente de las combustibles fósiles pero poco preparada para ser solvente y próspera en un mundo post combustibles fósiles.
EUROPA
Europa está apostando por la creación del mercado interior de la Energía, que traerá consigo mayor eficiencia productiva, pero no hay una apuesta del mismo ímpetu por el desarrollo de las renovables, la economía circular o la reducción de emisiones….¿Cuál es su valoración sobre la situación de partida de Europa en estas negociaciones?
Lo que le está pasando a Europa no es bueno.. Europa fue capaz de identificar este asunto como un vector en la construcción de su nuevo papel como actor internacional. Europa ya no es uno de los pocos actores que marcan la oferta y la demanda a escala global; Europa debe encontrar un nuevo perfil y el prestigio moral del que hasta hace poco disfrutaba como actor orientado a conseguir sociedades incluyentes y prósperas permitía dar coherencia la agenda del clima y la transición energética
Se trata de una agenda potente desde el punto de vista de la innovación tecnológica e industrial. La eficiencia, la disminución de las importaciones, la reducción de la factura energética y de los costes colaterales permitían liberar recursos que podían ser destinados a políticas de innovación o a políticas sociales; políticas incluyentes atractivas tanto a los socios fuera de la UE como a los propios ciudadanos y actores europeos.
En un determinado momento, las diferencias ganan peso por encima del peso que tienen los elementos de proyecto común europeo. A ello hay que añadir otro gran error de fondo y forma: la idea de que como Europa ha hecho mucho en el ámbito del clima, está legitimada parar esperar a ver qué hacen los demás.
Europa no puede competir por sus materias primas, ni por costes laborales como los de países pobres. Europa puede y debe ofrecer otro tipo de cosas.
Y, sin embargo, ¿alguien ha oído a Tusk o a Juncker apostando políticamente por este asunto transcurrido más de un año al frente de las instituciones comunitarias? Obama ha decidido invertir todo su capital político, considerando que estamos en una disyuntiva histórica, en la que se ha de elegir entre acción o cobardía.
Xi Jinping ha hecho lo mismo en China. En América Latina ésta es una cuestión que suscita un creciente interés social. Y, lamentablemente, Europa pierde un espacio que había conquistado con esfuerzo.
En ese contexto, Putin ha facilitado avances en la agenda europea de la energía, una política mucho más comunitarizada de energía y avances en infraestructuras compartidas.
Son decisiones positivas pero no suficientes. El modelo de negocio en el ámbito energético y, la electricidad como punta de lanza en la transición requieren pensar no sólo en grandes infraestructuras sino también en las señales, en la regulación de los distintos mercados, en esquemas que faciliten la agenda tecnológica que viene detrás…
La unión de la Energía no puede ser concebida y promovida exclusivamente como una central de compras hacia el exterior y como un filón para invertir en grandes infraestructuras que responden al modelo clásico. Esto hace que algunos países, como Francia, Alemania y los tres del Benelux, estén adelantando marcos de cooperación subregional, integración técnica de mercados… intentando identificar con precisión las dificultades reales que existen.
LOBBIES ENERGETICOS
En cambio climático, han perdido toda credibilidad las tesis negacionistas pero existen fuertes resistencias al cambio, en los lobbies de empresas del sector energético y de la automoción…
Greenpeace en un estudio demostró que ocho de los 12 miembros de la delegación española que negocia con la UE los límites de emisiones de las centrales térmicas pertenecen a empresas del sector (Gas Natural Fenosa, Iberdrola, Endesa), tres pertenecen a la administración y uno a la escuela de ingeniería de Sevilla… Y de 352 miembros del grupo de trabajo técnico, 183 son empleados en estas compañías
La presencia de estas empresas es una necesidad pero ¿no están sobrerrepresentadas? ¿Estamos ante el Regulador regulado? ¿Cuáles son a tu juicio las medidas necesarias para garantizar una mejor gobernabilidad en la lucha contra el cambio climático?
Conviene diferenciar la cuestión relativa a la participación de las empresas en la gobernabilidad global de la valoración que pueda merecernos la delegación en empresas de las capacidades regulatoria y negociadora reservadas a los gobiernos.
Con respecto a la primera cuestión, observamos cómo la realidad económica y la relación entre gobiernos y sociedad civil han cambiado mucho en muy poco tiempo Ciudadanos y empresas ya no esperan a que sus gobiernos les digan lo que han de hacer: se forman su propia opinión y aplican su propia estrategia –que irán ajustando en función de las decisiones públicas, pero han dejado de postergar decisiones hasta el momento en que las políticas públicas y los marcos regulatorios estén bien definidos-. Por otro lado, da la impresión de que, las grandes multinacionales han tenido más éxito a la hora de adaptarse a las distintas realidades nacionales que los gobiernos a la hora de encontrar nuevos cauces de cooperación para abordar la agenda global.
La cumbre de Paris ofrece la oportunidad de ensayar un nuevo modelo, más acorde a las necesidades de la gobernanza global del siglo XXI. Una gobernanza en la que los estados deben fijar las condiciones para acelerar esos procesos de cambio, concitar acciones, aprender a trabajar juntos, verificar dónde se es más eficaz, identificar en qué ámbitos la coordinación internacional es más adecuada… Una forma de cooperación en la que aprendan a relacionarse cada vez con mayor intensidad y frecuencia con otros actores -gobiernos locales, empresas o un conjunto de ciudadanos articulados en torno a intereses distintos-.
Con respecto a la delegación española en las negociaciones europeas sobre techos nacionales de emisión, creo que es un gran error delegar la función negociadora en empresas. Una cosa es que la administración deba escuchar y entender las dificultades y retos de transformaciones técnicas en la industria. Otra muy distinta reconocer una capacidad de negociación en representación del interés general del país a quien sólo puede representar el interés particular de la empresa en la que trabaja. Supongo que no hay mala intención, sino voluntad de reforzar técnicamente al equipo negociador pero, honestamente, no corresponde a las empresas negociar en nombre del interés general en Bruselas.
Es verdad que, con demasiada frecuencia, las administraciones están infradotadas y los funcionarios no dan abasto para cubrir tareas complejas y técnicamente muy específicas. España y los españoles vivimos todavía una etapa un poco contradictoria, y a veces no sé hasta qué punto alimentada a propósito. Debilitamos la capacidad de análisis y de respuestas por parte de los responsables públicos de muchas maneras, denostamos después la capacidad de los funcionarios y, a continuación, nos tiramos de los pelos cuando descubrimos que se hace dejación de funciones por imposibilidad de ejercerlas de forma responsable. Creo que.es un tema muy serio en el que debemos ser consecuentes: una administración profesional y de calidad es clave para garantizar la igualdad de oportunidades y la defensa del interés general. No valen chapuzas, recortes, críticas a los funcionarios y luego quejarnos si las cosas no funcionan, pero debemos ser conscientes también de las graves consecuencias de dejar en manos de intereses particulares la defensa del interés general.
SU TRABAJO
Teresa, eres la Directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible (IDDRI) un auténtico think tank en cambio climático y sostenibilidad. Cuéntanos lo que hacéis, cuáles son las líneas de actuación prioritarias y la agenda de trabajo a corto y mediano plazo.
¡Ojalá tuviéramos una institución similar en España! Es muy interesante, cuenta con un equipo no muy grande, de unas 40-50 personas. Fue concebida para plantear preguntas y posibles soluciones de la agenda global en torno al desarrollo sostenible. En estos momentos trabajamos en tres grandes áreas pensando en sus implicaciones para las agendas francesa, europea y global.
Hay un programa dedicado a clima y transición energética, la descarbonización de la economía a medio y largo plazo, y las vías para facilitar ese proceso de cambio. Un segundo ámbito de trabajo está dedicado a cuestiones relativas al patrimonio natural, agricultura, ganadería y océanos; grandes asuntos globales que conectan con la gestión de los bienes públicos globales, con la seguridad alimentaria, con la distribución de las cadenas de valor…. Por último, un equipo de investigadores intenta adelantar análisis sobre cuestiones emergentes: modelos de desarrollo y gobernanza; impacto social y económico de la desigualdad ambiental; economía colaborativa… Es una agenda a la vanguardia de los cambios sociológicos, que cuestiona cómo se participa del desarrollo y la prosperidad.
Hay una relación estrecha con académicos, con instituciones similares de otros países, con instituciones y empresas. Integra un equipo con muchas nacionalidades (franceses, varios países latinoamericanos, australianos británicos…). La riqueza de perspectivas, el diálogo con nuestros colegas de otros países ayuda a pensar de forma equilibrada temas globales, a intentar analizar la viabilidad de distintas opciones y a pensar en cómo facilitar el espacio político que ayude a una mejor gestión de estos desafíos en la agenda pública.
Recientemente fuiste nombrada miembro del Grupo de expertos de Pedro Sánchez para la elaboración del programa de cara a las próximas elecciones generales. ¿Nos puedes adelantar algo de este programa del PSOE en materia de cambio climático y sostenibilidad?
Para mí ha sido un gran honor, es una propuesta muy atractiva. Creo que todos tenemos una dimensión íntima, personal y familiar y una dimensión colectiva que nos obliga a contribuir a mejorar nuestra sociedad. Me siento muy agradecida por tener la oportunidad de hacerlo ayudando al PSOE y a su candidato a la presidencia de gobierno.
El grupo de personas que participamos en este ejercicio es muy variado e interesante. Aprendemos entre nosotros, compartimos puntos de vista. A mi me corresponde introducir las cuestiones ambientales, climáticas y de energía. Con demasiada frecuencia cuesta hacer entender en España la trascendencia social y económica que tienen. Conozco a Pedro Sánchez desde hace años y sé que sabe perfectamente la importancia que tiene para una sociedad y una economía como la española. Es, con diferencia, el candidato a la Moncloa más comprometido con esta agenda.
Con respecto a mi aportación yo diría que en el PSOE hay una visión clara de cuáles son los retos en términos de transición, de los grandes desafíos en términos de desigualdad creciente…pensábamos que los progresos son siempre hacia delante y estamos descubriendo que se están produciendo regresiones a todos los niveles. La idea de una sociedad inclusiva, que ofrezca oportunidades de progreso para todos, en la que la igualdad y la prosperidad colectiva guíen la acción de gobierno está presente en todo el programa. Y en el siglo XXI, en un mundo globalizado e interdependiente no hay manera de ofrecer soluciones equitativas y de progreso si no se incluye la variable ambiental. La energía no puede ser fuente de conflictos ni de impactos dañinos, debe ser fuente de prosperidad para todos. Los recursos naturales ofrecen beneficios que deben ser empleados de manera responsable, accesibles para quien los necesite sin poner en riesgo su existencia y, por el contrario, no es admisible que los costes de su destrucción o pérdida sean sistemáticamente socializados o perjudiquen en mayor medida a los más vulnerables. Es ilusorio pensar que los impactos ambientales no tienen también un impacto social regresivo.
El programa parte de estas premisas e indica la necesidad de reinvertir en nuestras ciudades, de redefinir nuestra economía e industria, de reducir nuestras vulnerabilidades –incluida la financiera por sobreexposición a riesgos ambientales y de carbono-. Proponemos invertir en sostenibilidad y transición energética como vectores de actividad y recuperación económicas. No podemos permanecer ciegos mientras constituimos gravosas hipotecas sobre nuestra riqueza natural, olvidando que serán nuestros hijos y conciudadanos más pobres quienes pagarán la factura.
Por otra parte, es gratificante ver cómo el programa del PSOE se está elaborando de forma muy participativa. Ha contado con aportaciones de mucha gente dentro y fuera del partido socialista. Se ha escuchado a representantes sociales y económicos muy distintos, por encima de la afiliación política, entendiendo que corresponde hacer un buen diagnóstico de los problemas y sus soluciones. Cada uno de los grupos sectoriales ha generado documentos con sus propias prioridades, en algunos casos, actualizando, corrigiendo y haciendo una lectura crítica de aspectos de la trayectoria socialistas que encontraron dificultades en su aplicación, o que son susceptibles de ser mejorados. En el grupo de expertos hemos intentado aportar mejoras manteniendo la visión de conjunto. En estos momentos, el equipo coordinador está ultimando la propuesta de programa. La intención es reflejar el modo en que facilitar la transformación económica y social que necesita España para construir una sociedad inclusiva y una economía sostenible, a la altura de los retos que presenta el mundo globalizado del siglo XXI.
INNOVACIÓN LOCAL
El pasado marzo se presentaba el Manifiesto de los alcaldes europeos frente al cambio climático, las ciudades firmantes que representan a más de 60 millones de habitantes y cuentan con una capacidad de inversión de 2.000 billones de euros señalaban el potencial de proyectos ambiciosos en instalaciones energéticas, transportes no contaminantes, edificios ecoeficientes, economía circular…En clave de innovación, de creación de empleo y de colaboración con otras ciudades…o el papel de la contratación pública (que alcanza los 10 billones de euros al año).
El cambio climático es global pero pueden las soluciones locales liderar el cambio? ¿Pueden las grandes ciudades liderar la transición hacia economías bajas en carbono? ¿puede la innovación tecnológica, el impulso de las Smart cities, romper con los modelos intensivos en carbono y permitir una transición hacia nuevas estrategias de crecimiento?
Uno de los grandes retos que tenemos por delante es aprender a evaluar los riesgos y oportunidades de una manera diferente a la que hemos empleado hasta ahora. Hemos de integrar la dimensión temporal, una concepción de la riqueza y la prosperidad que tome en consideración el patrimonio natural e intangibles sociales de gran importancia hoy insuficientemente considerados en la contabilidad oficial.
Hay algunos ámbitos en los que los actores tienen mayor capacidad de impacto.
Por ejemplo, decisiones congruentes por parte de las administraciones públicas. No es admisible que la Administración cuando contrata no oriente con claridad y coherencia a los posibles proveedores. Debemos ser mucho más exigente la incorporación de factores de sostenibilidad en los criterios de contratación pública.
Otro espacio de gran impacto es el que ocupan los analistas de riesgos e inversiones… Si el sector financiero y el asegurador aprenden a medir e incorporar correctamente riesgos como el climático o la intensidad de carbono en un mundo que está iniciando la era del desarrollo descarbonizado, las decisiones sobre cualquier inversión y el precio del dinero cambian. En abril de 2015, el G20 encargó al Financial Stability Board la elaboración de una propuesta en este sentido, inspirada en los trabajos que el FMI y el Banco de Inglaterra, vienen desarrollando desde hace tiempo. En España ni siquiera sabemos quién está asumiendo qué riesgos, en qué invierte el Estado sus depósitos, hasta qué punto nuestras grandes empresas conocen su grado de exposición o elaboran estrategias de diversificación. Necesitamos, por lo menos, entender qué riesgos estamos asumiendo. Podría ser un análisis del propio Banco de España en concertación con los grandes bancos del sector financiero español, cual es el nivel de exposición de la economía española a este tipo de vulnerabilidades; se está haciendo ya a nivel del G-7 del G-20, aquí seguimos mirando hacia otro lado.
Finalmente, es necesario buscar una coherencia creciente entre las distintas políticas públicas. Fiscalidad, ordenación del territorio, transporte… Una combinación correcta ayuda a que el proceso de transformación sea más senillo, barato e incluyente. En este contexto, cabe interpelar a todas las administraciones. En particular, la local tiene una gran capacidad de impacto. Nos fijamos en lo inmediato, en nuestros edificios, en el urbanismo… Una buena respuesta en este ámbito facilita el progreso social y económico y disminuye el riesgo de quedar atrapados en modelos ambientalmente insostenibles.
EL SECTOR PRIVADO
Puede contribuir el sector privado a los retos de financiación que supone el cambio climático y la ayuda a la adaptación en economías subdesarrolladas?
Claro que sí. Es ilusorio pensar que el desarrollo o la solución al cambio climático dependen en exclusiva del dinero público. Los gobernantes deben garantizar una respuesta solidaria para los más vulnerables, asegurando una cobertura adecuada allí donde no llega el capital privado. Tienen además la obligación de establecer marcos que faciliten decisiones correctas por parte de los actores privados pero la economía se mueve, fundamentalmente, a través de millones de decisores particulares. De lo correcto o incorrecto de estas decisiones depende el éxito de las políticas de lima.
Entre los ejemplos concretos cabe citar las decisiones de inversión y desinversión. De hecho, las campañas de desinversión en combustibles fósiles están teniendo un impacto notable, facilitando un progresivo entendimiento de los riesgos y un reproche social creciente como el que, en su momento, acompañó a la industria del tabaco.
El segundo es el reto tecnológico. El modelo de negocio cambia, y en algunos campos necesitaremos cambios tecnológicos, que afectan a toda la cadena de valor. La industria asume –todavía de forma desigual- esos cambios. Hay un sector, hasta ahora tímido, que tiene una gran capacidad instrumental en esta transición: se trata de la industria digital, que empieza a explicitar su papel en este ámbito no sólo como facilitadores de soluciones sino también como referentes importantes para el patrón cultural de muchos de nuestros conciudadanos…
Por otro lado, es muy interesante constatar cómo en países emergentes e incluso en países pobres, están surgiendo patrones empresariales que se distancian de los patrones de la OCDE. Son economías que cuentan con emprendedores dinámicos, que están descubriendo sus propios espacios, desarrollando una actividad creativa e innovadora, afín a la demanda y capacidad de respuesta de sus sociedades.
CUMBRE DE PARIS
Finalmente, una apuesta, ¿es optimista de cara a la Cumbre de París?
El Presidente Hollande subraya con frecuencia que París no es la última oportunidad para resolver la crisis climática, pero sí la mejor opción para hacerlo. Comparto esta idea y añado otra: no se trata de introducir ajustes marginales en los patrones y tendencias que conocemos; se trata de una transformación total de nuestro modelo y eso no se resuelve al 100% en 15 días. Ni en París ni en ningún sitio. París tiene que ser el acelerador de un proceso de cambio que está en curso ya; París tiene que ser la respuesta coordinada de los gobiernos respondiendo abierta, universal y sinceramente a un proceso de cambio inevitable en el que la acción concertada es más eficaz que la individual. Se trata de establecer las bases de un proceso que sirva para aprender colectivamente cómo lo podemos hacer mejor, cómo lo podemos hacer más rápido, cuáles son los elementos que ayudan a acelerar esos procesos de cambio.
Las matemáticas no van a ser perfectas. Todos entramos en estado de shock cuando entendemos las dimensiones del reto de descarbornizar por completo la economía. Eso hace que las primeras contribuciones sean cautas, pero si contienen los elementos para acelerar la dinámica de cambio hay esperanza porque con ello se pone en marcha una tendencia irreversible que facilitará y acelerará la transición.
Pero el éxito no depende sólo de lo que haga la comunidad de negociadores de clima. Depende de la coherencia exterior, sobre todo de la respuesta alineada de reguladores financieros y gestores de política energética.
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