
El 2 de diciembre se aprobó el nuevo paquete de Economía Circular que venía a sustituir a la primera propuesta de medidas de 22 de enero.
La propuesta de este mes incluye 54 iniciativas distintas y prevé la modificación de cinco directivas: la Directiva sobre diseño ecológico, que ampliará su objetivo actual de eficiencia energética, para incluir cuestiones como la «durabilidad, posibilidad de reparación, el reciclado y la capacidad de actualización» de los productos. Junto a ésta, también sufrirán modificaciones las Directivas de residuos, la de envases de residuos, el vertido de residuos y residuos eléctricos.
Frans Timmermans, primer vicepresidente de la Comisión, había prometido que el nuevo paquete de medidas que presentaría su Comisión en 2015 sería “más ambicioso” que el original. Sin embargo, la nueva propuesta marca objetivos rebajados respecto a los previstos inicialmente para el año 2030: la tasa de reciclaje para los residuos urbanos será del 65%, del 75% para los envases de residuos y el umbral máximo para los desechos que podrán terminar su vida en el vertedero del 10%.
El vicepresidente, se defiende de los que opinan que su nueva propuesta debilita la anterior, justificando la inclusión de nuevas medidas, como las orientadas a reducir el despilfarro de alimentos -con el objetivo de reducir a la mitad la pérdida en el 2030-; otras para luchar contra la obsolescencia programada para impedir que los aparatos dejen de funcionar cuando termine su garantía; una revisión de la normativa sobre abonos para facilitar el reconocimiento de los orgánicos, y una nueva estrategia para reciclaje de plásticos.
Sin embargo, algunos diputados y diputadas y activistas ambientales no están contentos con esta nueva propuesta; reducir los objetivos de reciclaje significa que habrá más residuos que terminarán en los vertederos o las plantas incineradoras. Además el carácter no vinculante de los objetivos, reducirá su eficacia.
El objetivo de reducir los desechos de alimentos, por su parte, se sustituye por una propuesta vaga: «apoyar el logro de la meta de reducción (global) de residuos de alimentos en virtud de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU a través de medidas apropiadas, la participación de las partes interesadas, el intercambio de la innovación valiosa y exitosa y la evaluación comparativa relevante «. Esto contrasta con la propuesta del Parlamento de un recorte del 30% en los residuos de alimentos en toda la UE para 2025.
En otro ámbito, el Parlamento ha pedido un objetivo de eficiencia de recursos del 30% para el 2030, lo que implica poner el foco en todo el ciclo del producto, desde el diseño adelante, por lo que la Directiva de diseño ecológico es clave.
Junto a la disensión en los objetivos anteriores, el nuevo paquete encontrará otras fricciones con el Parlamento Europeo, colegislador en el proceso de lo que será una de las propuestas más complejas y de mayor alcance para la UE y la sostenibilidad en los próximos años: la reducción de objetivos de reciclaje tendrá también consecuencias para el empleo. Además, existe desacuerdo entre Comisión y el Parlamento sobre el uso de recursos y el reporte de la información. El Parlamento quiere un conjunto armonizado de indicadores obligatorios para el ciclo de vida del producto. Pero la Comisión quiere «explorar los posibles usos de la Huella Ambiental de Producto para medir y comunicar la información ambiental» y «desarrollar un marco de seguimiento para la economía circular para el año 2017».
Cuestiones todas ellas clave que tendrán que concretarse técnicamente a lo largo de 2016.
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