Green Economy Coalition (GEC) es un movimiento formado por ONGs, centros de investigación, agencias de NNUU y otras entidades intergubernamentales, así como empresas que reconocen que el actual sistema económico ha fallado a las personas y al planeta, al no proporcionar ni sostenibilidad ambiental ni equidad social.
La misión de GEC es acelerar la transición a una economía verde y entre sus actividades, cada año publica el Green Economy Eurobarometer, un análisis sobre del estado del movimiento global hacia un futuro justo y sostenible.
En la edición 2017, se destacan aspectos positivos y negativos.
Entre los aspectos positivos:
– Los mercados limpios y verdes están en auge. Las ventas de vehículos eléctricos en 2016 aumentaron un 42 % en comparación con el año anterior; los precios de baterías de iones de litio han bajado un 75 % desde 2011 y ha abierto el camino a un incremento masivo en la capacidad de almacenamiento de energía. Cada vez más innovaciones verdes están a disposición del consumidor.
– Surgimiento de un nuevo liderazgo global: en un marco político global cada vez más fragmentado, la historia de la economía verde está empezando a convertirse en una narrativa política poderosa y unificadora. Líderes como el presidente francés, Emmanuel Macron, que se ha comprometido a políticas medioambientales ambiciosas, incluida la creación del Ministerio para una transición inclusiva y ecológica, o Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda desde agosto de 2017, con una agenda ambiental muy ambiciosa, están marcando un nuevo cambio de rumbo en la agenda internacional del medioambiente. Por su parte, China ha situado la economía verde como una parte esencial de su estrategia de desarrollo nacional y del liderazgo global emergente.
– La transición energética global ha despegado: la energía renovable lleva dos años consecutivos de aumento y representa ya más de la mitad de la nueva capacidad de generación de energía agregada en todo el mundo. No obstante, el petróleo, el gas y el carbón todavía representan alrededor de un 86 % de la energía mundial, un porcentaje que apenas ha cambiado en 25 años», según el Green Economy Erobarometer.
Los contras
– Los sistemas financieros no han cambiado en 10 años desde el colapso mundial financiero y los mercados de capital todavía están dominados por instituciones «demasiado grandes para fallar»; los gobiernos continúan subsidiando la industria de los combustibles fósiles y la mayoría de nuestros activos naturales tiene un valor de cero.
Sin embargo, «todavía se están construyendo centrales eléctricas de carbón y de gas, especialmente en los países en desarrollo. El crecimiento del PIB continúa dominando la toma de decisiones de los gobiernos, a pesar del exceso de nuevos indicadores sobre sostenibilidad y métricas de desempeño. La mayoría de nuestros activos naturales y sociales tienen un valor cero en la economía. Una década después de la crisis financiera, nuestros mercados de capital se mantienen sin cambios».
– Las pequeñas empresas y los trabajadores informales están siendo olvidados: La mayoría de los planes nacionales de economía verde hacen poca mención de los trabajadores informales o de los pequeños negocios. La inversión verde todavía no está llegando a la base social y empresarial. Los grandes proyectos verdes «financiables» se enfocan en los centros urbanos, grandes iniciativas renovables y el sector del transporte pero hay poca inversión en economías rurales, y los pequeños agricultores.
A su vez, aumenta la brecha de desigualdad entre países ricos y pobres y en el empleo intergeneracional.
– La biodiversidad está en crisis: Aunque ha habido importantes avances en conservación, la biodiversidad global está en rápido declive. Las economías no están reaccionando con la rapidez necesaria al riesgo ambiental.
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