
El arroz es el alimento más consumido en el mundo y en su cultivo está empleada una quinta parte de la población del planeta. Su producción conlleva importantes impactos medioambientales (por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos) y sociales (por las duras condiciones de trabajo, a veces con trabajo infantil, y por la asfixia económica impuesta a los pequeños productores por una alta competencia y los bajos precios).
- En efecto, por un lado, las agresivas técnicas comerciales de empresas de la industria agroquímica como Monsanto y Syngenta llevan a los pequeños campesinos a comprar pesticidas y fertilizantes para proteger las cosechas y aumentar su rendimiento; sin embargo, el nivel de endeudamiento que contraen con estas empresas es alto y deja poco margen para ganancias; si la cosecha es mala tienen que responder con su trabajo.
- Por otra parte, al tratarse de plantaciones sin sistemas modernos de irrigación, el consumo de agua es muy intensivo (entre 3.000 y 5.000 litros por kilo de arroz) lo que se traduce en la progresiva pérdida de fertilidad de la tierra, y a la alteración de los ecosistemas terrestres y marinos.
- Los efectos para la salud del uso de estos productos químicos es alto para los trabajadores. Al ser en su mayoría analfabetos, no saben leer las instrucciones ni pueden utilizar los productos con seguridad.
- Por ejemplo, en el caso de la India, el trabajo más duro en las plantaciones arroceras del noreste de la India recae sobre trabajadores llegados de las regiones más pobres del país, que se ven abocados a unas condiciones de trabajo paupérrimas para mantener a su familia.
Aunque las leyes indias obligan a respetar ciertos derechos laborales, los inspectores de trabajo están desbordados. La OCU se trasladó a la India y entrevistó al experto de la Sociedad para el Trabajo y el Desarrollo Parimal Maya Sudhakar: “Nadie tiene interés en abordar el asunto: los jornaleros no tienen un sindicato las auditorías están manipuladas”. De ahí que sea crucial examinar la responsabilidad social de los intermediarios en la contratación y los distribuidores de arroz. La OCU realizó este año un estudio donde se analizan las políticas de Responsabilidad Social Corporativa de algunas de las principales empresas que comercializan arroz en España, evaluando su compromiso con los impactos sociales y medioambientales asociados a esta industria. En España, casí el 90% de la producción que consumimos es autóctona; el 10% restante, se importa en su mayor parte, de Asia como el basmati (que procede en su mayor parte de la India, Paquistán) o el jazmín tailandés. La producción integrada, esto es, a medio camino entre intensiva y ecológica, es la que predomina en nuestro país. No obstante, aunque las preocupaciones ambientales y sociales son menores que en el caso del arroz importado, son mejorables. Las principales regiones productoras son Aragón y Navarra (6 y 2% respectivamente; Cataluña con un 19%, Valencia con un 13%, Andalucía con un 35% localizado en la zona de las Marismas del Guadalquivir, y Extremadura con un 25%). Según WWF, las poblaciones locales son muy dependientes de esa industria, con lo que sería aconsejable diversificar el uso del suelo con agricultura ecológica y ganadería. Por su parte, el comercio del arroz en España está en pocas manos: Ebro Foods y otras pocas marcas de distribución.
- Ebro Foods (fabricante de marcas como La Cigala, Brillante, SOS o la Fallera) cuida según OCU, la seguridad laboral y la medioambiental en su fábrica sevillana. No obstante, la empresa no posee plantaciones propias y no ejerce control directo sobre las condiciones de trabajo de sus proveedores.
- El Granero Integral, la marca de la empresa Biográn que vende arroz de Calasparra, afirma pagar precios garantizados a sus proveedores, y les exige no utilizar pesticidas ni fertilizantes, pero no realiza auditorías ni evaluaciones sobre el terreno. No obstante, su principal proveedor es la cooperativa Virgen del Rocío, que produce arroz ecológico y repercute sus beneficios en sus socios.
En el estudio de la OCU, se realizaron encuestas a cuatro organizaciones españolas (Cooperativa de Arroz de Calasparra, Federación de Arroceros de Sevilla, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, y la World Wide Fund for Nature España). Estas cuatro entidades aconsejaron comprar arroz producido lo más cerca posible por varias razones:
- En el caso de las cooperativas, porque el consumidor está contribuyendo al desarrollo local de las zonas donde se encuentran los cultivos
- Aconsejan que el consumidor se fije en el etiquetado, con especial hincapié en el lugar de producción y empaquetado. “Nuestro estilo “verde”, respetuoso con el medio ambiente, con el agua y con los derechos de los trabajadores, tiene un coste” dicen desde la Fed. de Arroceros de Sevilla.
- Para WWF los consumidores tienen un poder que no utilizan. El poder de optar por productos que informen de manera transparente sobre su origen y sus condiciones de fabricación. “Eso puede cambiar el mercado”.
Por su parte, para Intermón Oxfam, una buena opción de compra para el arroz importado, sería optar por productos certificados como de comercio justo o producción ecológica. Imagen: OCU
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