
El consumo creciente en Europa de equipos eléctricos y electrónicos ha producido un incremento correlativo de la generación de residuos derivados de estos aparatos, que están aumentando tres veces más rápido que los residuos sólidos urbanos. Según las estadísticas facilitadas por los organismos europeos, el 4% de la basura generada en el continente es electrónica.
De acuerdo con los últimos datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en el mundo se generan cerca de 45 millones de toneladas de basura electrónica al año siendo el tipo de residuo que, con diferencia, más está creciendo en todos los países.
Una gran parte de ellos no son gestionados correctamente por los distintos agentes implicados, por lo que hay una primera derivada medioambiental importante en esta cuestión;
pero también existe una dimensión económica en el problema, dado el alto valor y escasez de muchos de los materiales con los que estos equipos están fabricados.
Sólo en España se generan anualmente unas 800.000 toneladas de basura, lo que equivale a unos 18 kilos por habitante y año, cuya gestión por parte de empresas, entidades y, también particulares, es, en muchos casos, incorrecta. Como motivos principales de este aumento creciente destacan: la obsolescencia programada, la constante innovación tecnológica y la substitución cada vez más frecuente de aparatos eléctricos y electrónicos por otros más avanzados con nuevas prestaciones, lo que sumado a la cultura de usar y tirar y a un consumismo no del todo responsable, provoca que año tras año vaya en aumento la generación de este tipo de residuo.
Muchos de estos residuos contienen sustancias como fósforo, mercurio, cadmio o bromo y no acaban siempre cómo y dónde debieran, lo que provoca daños muy graves al medio ambiente y a las personas que los manipulan. Y aquí es donde reside la grave problemática con la que nos encontramos en la actualidad, que no todos se recuperan y reciclan correctamente cuando por ley hay obligación de hacerlo, y para eso además el consumidor paga en muchos casos una tasa cada vez que adquiere un aparato eléctrico y/o electrónico que ha de servir para costear su correcto tratamiento cuando se convierte en residuo.
La Fundación Ecolec, encargada de gestionar sus residuos, asegura que un frigorífico mal reciclado emite a la atmósfera gases de efecto invernadero equivalentes a las emisiones de un coche en 15.000 kilómetros, o que el fósforo de un televisor puede contaminar hasta 80.000 litros de agua.
En concreto, la AEMA señala que muchas veces se queman al aire libre y emiten partículas de cenizas volantes con metales pesados y otros materiales tóxicos para la salud, el suelo y las aguas superficiales. Por tanto, una de las premisas básicas para mejorar los procesos de tratamiento es la vigilancia y la persecución de las prácticas fraudulentas.
De hecho, y de acuerdo con las estimaciones de la asociación de gestores de residuos peligrosos de nuestro país, tan solo un 30% de ellos sigue los cauces legales. El resto, hasta un 70%, ‘desaparece’ por el camino debido a los robos, el ‘desguace’ de sus piezas y otros procesos ilegales, entre los que destaca la exportación ilegal de los mismos a países del tercer mundo, ignorando los tratados internacionales sobre la materia como el Tratado de Basilea, sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos, y burlando a las regulaciones de los países desarrollados en cuanto a la no exportación y manejo adecuado de estos residuos.
Pakistán, India, Ghana o Nigeria son algunos de los países sub-desarrollados más afectados por el creciente problema de la basura electrónica o “E-Waste”. Su reciclaje clandestino entre la población más pobre representa un medio de vida, si bien a un costo ecológico elevadísimo.
Además, muchos de los trabajadores que desmantelan estos residuos, algunos de ellos niños y niñas, son expuestos a un cóctel de sustancias químicas tóxicas gravemente perjudiciales para su salud.
Así lo denuncia el documental “Ciberbasura sin fronteras” del programa “En Portada” de TVE, en el que se explica cómo anualmente los países desarrollados generan gran cantidad de basura electrónica que acaba acumulada en los vertederos de lugares empobrecidos. Vertederos envueltos por el humo tóxico donde principalmente jóvenes y adolescentes, sin ser conscientes de la peligrosidad de los elementos que manejan, destripan los aparatos para sacarles el cobre, el plomo y otros componentes que venden por unos pocos euros.
Marco normativo. Prioridad por la reutilización
Para luchar contra estas actividades ilegales es fundamental la adopción de normativas estrictas que sancionen estas prácticas y fomenten un tratamiento adecuado de este tipo de residuos con todas las garantías medioambientales y de protección de la salud.
En este sentido, la primera regulación que se aprobó en la Unión Europea para el flujo de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos fue la Directiva 2002/96/CE, de 27 de enero de 2003, iniciando las bases de un modelo de gestión que, por primera vez, planteaba la necesidad de diseñar aparatos más eficientes y menos contaminantes, que fueran más fáciles de tratar cuando se convirtieran en residuos, y que aplicaba el principio de la responsabilidad ampliada del productor de estos aparatos, como sujeto responsable de los costes que derivan de la gestión de este tipo de residuos.
Pese a ello, los residuos procedentes de los aparatos eléctricos y electrónicos continuaron incrementándose, siendo los ciclos de innovación cada vez más breves y acelerándose la sustitución de los aparatos. La gestión de estos residuos requiere, pues, intensificar las medidas y esfuerzos de todos los Estados miembros de cara a una gestión más responsable.
Como consecuencia de esta evolución, la Directiva 2002/96/CE fue sustituida por la Directiva 2012/19/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de julio de 2012, que incorpora importantes mejoras en la gestión de RAEE en Europa y cuyos objetivos principales son contribuir a la producción y consumo sostenibles mediante, de forma prioritaria, la prevención de la generación de RAEE y el fomento de técnicas de tratamiento como la preparación para la reutilización, esto es, la manipulación de un producto para que vuelva a servir al mismo fin para el que fue creado.
Hay que tener en cuenta que las dos opciones prioritarias de la jerarquía de residuos son la prevención y la preparación para la reutilización, por lo que resulta especialmente importante avanzar en un tipo de diseño y producción de Aparato Eléctrico y Electrónico que tenga plenamente en cuenta y facilite la reparación de estos productos y su posible actualización, así como su reutilización, desmontaje y reciclado.
Por lo que respecta a al marco normativo vigente en España, el Gobierno español acaba de aprobar el Real Decreto 110/2015, de 20 de febrero, de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) que entró en vigor el pasado 23 de febrero y con el que se da adecuado cumplimiento a la transposición de la Directiva 2012/19/UE, sobre RAEE mencionada.
La trasposición de esta norma comunitaria a nuestro ordenamiento jurídico interno se hacía necesaria para mejorar la gestión de este tipo de residuos en España ya que, hasta ahora, el marco normativo era insuficiente para abordar la complejidad y diversidad de los sectores y residuos afectados, lo que ha dificultado el cumplimiento del objetivo comunitario de recogida separada de 4 kg/habitante/año de RAEE.
Si bien la industria del reciclaje ha ido abriéndose poco a poco un hueco cada vez mayor en la llamada economía circular, la reutilización había sido, hasta ahora, la gran olvidada en nuestro país. Tradicionalmente, los objetivos europeos y nacionales no distinguían entre reutilización y reciclaje. Esto ha llevado hacia un modelo en el que la logística y las instalaciones de tratamiento de residuos son totalmente inadecuadas para la preparación de artículos para su posterior reutilización.
Aun así, en muchos países de Europa la preparación para la reutilización es una forma de tratamiento de este tipo de residuos muy implantada, donde el mercado de segunda mano es una opción de compra instaurada y aceptada socialmente que no compite especialmente con el mercado de la primera venta ya que el perfil del comprador y del vendedor son muy específicos.
El nuevo marco normativo fomenta, al fin, tratamientos como la preparación para la reutilización dedicándole un apartado específico y estableciendo objetivos concretos separados de los de reciclaje. Así, contempla objetivos de preparación para la reutilización del 2% para grandes electrodomésticos y del 3% para equipos informáticos en 2017. Estos objetivos se elevarán al 3 y 4%, respectivamente, en 2018.
Esto supone una verdadera y convencida apuesta por los principios de la jerarquía europea de gestión de residuos donde, como ya se ha apuntado, se debe fomentar, por este orden, la prevención, la preparación para la reutilización, el reciclaje y la valorización. De hecho, España se ha convertido en el primer país de la UE que recoge en su normativa objetivos específicos de preparación para la reutilización.
Los objetivos son necesarios para asegurar que se prioriza esta opción de tratamiento frente a otras vías de valorización o eliminación directa, que muchas veces son elegidas bajo criterios meramente economicistas y que están provocando que se estén desperdiciando muchos materiales valiosos contenidos en estos residuos, alejándonos del concepto de economía circular. Por tanto, solamente estableciendo un objetivo de reutilización diferenciado del de reciclaje se asegurará que se realicen estos procesos.
Según datos de la Unión Europea, se calcula que alrededor del 25% de los aparatos eléctricos que desechamos podrían reutilizarse.
Otras ventajas adicionales de establecer objetivos específicos de reutilización serían las siguientes:
- Generación de inversiones, mejora de metodologías y desarrollo de I+D+i en este ámbito.
- Consolidación y desarrollo de nuevos centros y redes de reutilización.
- Mayor y mejor recopilación de información sobre reutilización.
- Mayores barreras a actividades ilícitas.
Una vez finalizado el proceso de preparación para la reutilización y pasados todos los controles de calidad pertinentes, el residuo pasará a ser un Aparato Eléctrico y/o Electrónico Reutilizado (AEER) o un componente recuperado aplicándose, en este caso, la normativa vigente sobre comercio interior.
Los RAEE que no hayan sido destinados a la preparación para la reutilización, así como los RAEE o los componentes que hayan sido rechazados tras la preparación para la reutilización, se tratarán en instalaciones de tratamiento específicamente autorizadas para cada caso, priorizándose los procesos de reciclaje.
Generación de empleo verde
La reparación y la reutilización de aparatos eléctricos y electrónicos son sectores generadores de empleo que, sin duda, seguirán evolucionando por su valor social y económico. Según el último número de “Análisis y prospectiva. Serie medio Ambiente”, publicado el 06 de mayo de 2014 por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), el sector de la gestión de residuos es el mayor generador de empleo verde en España y representa un 27% de los puestos de trabajo asociados al medio ambiente.
Uno de los puntos clave para mejorar la gestión de los RAEE y que supone un mayor crecimiento del empleo es la potenciación de la preparación para la reutilización y el desmontaje manual para una mayor recuperación de componentes. Un estudio financiado por la Fundación Biodiversidad estimó que la cantidad de puestos de trabajo que puede generar el impulso a la preparación para la reutilización de RAEE puede alcanzar los 4.700 empleos directos.
De acuerdo con datos previstos en el mencionado estudio, la preparación para la reutilización de 1000 toneladas de RAEE crea 5 veces más empleo que la misma cantidad enviada a reciclar.
Proyecto LIFE ecoRaee
Interesa destacar el interesante proyecto ecoRaee, financiado con el Instrumento LIFE + de la Unión Europea, liderado por la Universidad de Vigo formando consorcio con Energylab como centro tecnológico y Revertia como empresa gestora de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que nace con la ambición de resolver el problema de una categoría de RAEE, el derivado de equipamiento informático, de un modo viable desde un punto de vista no sólo económico y técnico sino también ambiental, pretendiendo así ofrecer soluciones que permitan superar las barreras que están impidiendo que se alcancen con éxito objetivos de reutilización de equipos informáticos.
Con su puesta en práctica se han desarrollado metodologías que permiten potenciar la reutilización de este tipo de residuo de aparato eléctrico y electrónico, alargando así su ciclo de vida y reduciendo su impacto ambiental.
Prácticamente finalizado, este proyecto ha supuesto la demostración de la viabilidad económica, social y ambiental de la reutilización de equipos informáticos en desuso, proporcionando equipos “semi-nuevos” a los usuarios finales.
Con este nuevo escenario normativo que supone el fomento de la reutilización como el mejor de los tratamientos de gestión de residuos se van a conseguir importantes beneficios, tanto ambientales como sociales.
*Imagen de lusciousblopster
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