
Toda una personalidad en el mundo de la RSE, Antonio Vives, ha tenido que poner sobre la mesa una de las más dramáticas dejaciones del mundo del fútbol: el machismo. En su artículo, Vives repasa en este medio las carencias que existen en el máximo nivel de este deporte, hasta el punto de que la mayoría de equipos profesionales de hombres no cuentan con una sección femenina. Pero este problema es consustancial al deporte de alto nivel. Pocos clubes y aún menos disciplinas disponen de una presentable tarjeta de visita en este aspecto. De hecho puede decirse que quizás el atletismo sea la única actividad deportiva que dispone con regularidad de esta deseable dualidad en su élite.
La relación del fútbol con la igualdad de género no es idílica. A los datos aportados por Vives pueden unirse otros como las pancartas presentes en algunos estadios ofensivas hacia la mujer, los cánticos a favor de presuntos futbolistas maltratadores o los gestos de claro carácter sexista en las gradas y en ocasiones sobre el propio terreno de juego.Ningún futbolista, entrenador, árbitro o dirigente ha sido capaz de detener un encuentro por estos motivos. Sus valoraciones al finalizar los partidos han sido tibias y tan vergonzantes como los hechos reseñados. El fútbol, en efecto, no ha evolucionado con la sociedad en este aspecto.
Pero tan amplia como la RSE es la relación de malas prácticas que se desarrollan en el deporte más popular del mundo. En este apartado, conviene incluir a los protagonistas y fijarse tanto en la responsabilidad social de las entidades como en la de sus deportistas, algunos de los cuales facturan más que la mayoría de pymes.
Algo muy importante debería ser la relación con los grupos de interés. El concepto del diálogo con éstos es inexistente y se limita a las elecciones a la presidencia en los clubes que aún las pueden celebrar en España o a asambleas de compromisarios cuyos resultados están predestinados desde antes de su convocatoria, dada la maleabilidad de estos representantes y su cercanía frecuente a los gestores de la entidad de turno. De algún modo inexplicable se fijan en los partidos horarios incómodos para los aficionados, se colocan precios abusivos para las entradas o se venden los clubes a inversores extranjeros mientras que las consultas por detalles concretos tampoco son habituales.
Existen otros elementos esenciales de la RSE y que no son tenidos en cuenta en la gestión de los equipos y los futbolistas. La filantropía de la que varios de ellos, colectiva e individualmente, hacen gala no forma una verdadera estrategia de funcionamiento. Sin dejar de ser acciones loables, resultarán siempre insuficientes si no están acompañadas de otros componentes que asienten las buenas prácticas dentro de la organización o en la marca personal de la estrella. En este sentido, son muy pocos los clubes que elaboran una memoria de sostenibilidad que recoja todas sus actividades en este negociado[1] y la pasada Copa del Mundo de Brasil, en 2014, fue la primera que publicó un documento de estas características[2].
El trabajo con la comunidad forma parte del carácter de unas culturas más que de otras. En este sentido, el fútbol inglés lleva la delantera y sus actividades son muy amplias e incluyen a los futbolistas que participan en el campeonato, siendo estas prácticas las únicas que aparecen en los reportes accesibles en su página web[3]. Sin embargo, el fútbol en general es poco receptivo a iniciativas similares y la información que proporcionan las entidades y los deportistas a este respecto dista mucho de ser lo amplia y detallada que se requiere, por ejemplo, de las multinacionales.
Las relaciones con la competencia son superficiales y la cortesía se queda en la apariencia. Los grandes clubes se entrometen en la labor de cantera de los más pequeños y éstos se inmiscuyen en la de los aún menores. Las maniobras para trasladar a niños de un lugar a otro dentro de un mismo país o a nivel internacional son variopintas y en algunos casos ya han sido investigadas o sancionadas. Respecto a los adultos, se saltan las normas establecidas sobre el límite temporal para comenzar a negociar con los interesados y se redactan contratos equívocos, con trampas que ya han sido denunciadas en varias ocasiones por los damnificados.
Las infracciones fiscales de clubes y futbolistas son cada vez más detectadas por las dudas que genera la extraordinaria ingeniería financiera de sus convenios y los casos de corrupción han dejado descabezada a la federación internacional, a la europea y a las confederaciones americanas. Países cuyo respeto a los derechos humanos está como mínimo en entredicho son elegidos para albergar grandes competiciones y el dinero negro circula en este deporte con asiduidad.
La necesidad de buen gobierno y transparencia se reproduce por la falta de confianza y un estudio reciente de Transparencia Internacional sobre la aplicación de este tipo de dirección en las asociaciones de fútbol ha mostrado innegables carencias[4].
En España, la Liga de Fútbol Profesional menciona muchas actividades de ayuda pero poco estructuradas y fía a la transparencia información que en realidad es pública, tanto de su fundación[5] como del desempeño económico de la organización[6]. No se publican manuales de proveedores ni criterios de compra, reconocimientos laborales o sociales, ni códigos de conducta.
Ni los jugadores ni los clubes emprenden campañas continuadas por causas especiales pero que pueden considerarse cotidianas y que les afectan como parte de la ciudadanía o como protagonistas reales en sus tiempos previos al profesionalismo: pobreza, crecimiento de las ciudades, desigualdad, medio ambiente, inmigración, etc. En resumen, el fútbol es el gran triunfador en una sociedad en la que apenas ha tenido rivales de enjundia que le hayan plantado cara. En lo deportivo puede ser indiscutible aceptar su preeminencia, pero en lo concerniente a su responsabilidad, a la condición de modelos de actuación que muchos de sus protagonistas ostentan, siempre debe haber un punto de exigencia que ayude a que este deporte sea un mejor deporte y las personas que lo forman mejores personas.
[1] Uno de los clubes que más memorias de sostenibilidad ha publicado, ininterrumpidamente desde 2008, es el brasileño Corinthians, que las facilita en su página web http://www.corinthians.com.br
[2] La página web de la Federación Internacional (FIFA) recoge esta memoria, así como diferentes programas sociales de la propia federación http://www.fifa.com/sustainability/index.html
[3] http://www.premierleague.com/content/dam/premierleague/site-content/News/publications/Communities/premier-league-communities-2014-15.pdf
[4] http://www.transparency.org/whatwedo/publication/football_governance_league_table
[5] http://www.laliga.es/lfp/transparencia
[6] http://www.laliga.es/lfp/memorias