
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE), o Corporativa (RSC), ha ido apareciendo en diferentes instancias en paralelo, por lo que es difícil ponerle una fecha de inicio. A medida que durante la segunda mitad del siglo XX se van estableciendo marcos por el respeto de los Derechos Humanos -sobre todo en el sí de la Organización de las Naciones Unidas-, la defensa de los Derechos de los Trabajadores o por la protección del medio ambiente, se desarrollan las discusiones teóricas sobre la RSE: hacer contabilizar a las empresas sus impactos sociales y ambientales, y sobre la conveniencia de hacerlo. Uno de los momentos clave fue cuando, en 1962, el economista neoliberal Milton Friedman dijo que la única responsabilidad social que tienen que aceptar los dirigentes de las corporaciones es la de maximizar los beneficios para sus accionistas.[1] Esta frase despertó una fuerte oposición y catalizó la exploración del mundo de la RSE.
El reto era, y en gran medida lo sigue siendo, idear herramientas para que las empresas y organizaciones pasaran de las declaraciones de intenciones a los comportamientos realmente éticos.[2] Con esta finalidad han proliferado las metodologías para medir la RSE, y lo han hecho hasta un punto casi exagerado: se ha generado toda una rama de actividad económica dedicada a asesorar a las empresas en materia de RSE y a certificarlas de acuerdo con distintos procedimientos (algunos de aplicación gratuita, otros de pago).
En este contexto es difícil separar el grano de la paja, y cuando se incorporan nuevas herramientas para tratar de “poner orden” se puede generar aún más confusión, porque son un instrumento más que se suma a la cartera de certificaciones, sistemas de gestión, etc. No entraremos a describir y valorar las herramientas de RSE que se han desarrollado y están vigentes, sólo daremos algunas pinceladas. Grosso modo las hay de dos tipos:
- Sistemas de gestión e implementación de la RSE. Son normas o pliegos de estándares que establecen elementos a mesurar y procesos a seguir para acreditar la RSE de la organización. Generalmente son normas certificables por terceros. Hay dos grandes guías de referencia: el Pacto Mundial de las Naciones Unidas (Global Compact),[3] y la ISO 26000.[4] Y de ahí se han derivado diferentes herramientas, por ejemplo las normas AA1000, SA8000, SGE-21 o IQNET SR-10.[5] También entraría aquí el Balance del Bien Común impulsado desde el movimiento de la Economía del Bien Común, aunque tiene unos rasgos diferenciales que no podemos abordar en este artículo.[6]
- Guías para elaborar memorias de RSE. Aquí, las guías de referencia son las publicadas por la Global Reporting Initiative,[7] una organización sin ánimo de lucro creada en 1997 para poner en común diferentes agentes relevantes en el ámbito de la RSE con el fin de definir cómo se debe mesurar y presentar la RSE.
Evidentemente, no todas las herramientas pueden aplicarse a todo tipo de empresa (por ejemplo, hay sistemas que recomiendan a la empresa crear una estructura organizativa específica y presupuesto para hacer seguimiento de la implementación de la herramienta), y los grados de compromiso con los cambios necesarios para mejorar los impactos de las empresas tampoco son los mismos en todos los casos. De hecho, uno de los grandes “peros” de la RSE (y que generalmente puede crear una oposición al término) es que la mayoría de estándares y certificaciones son de aplicación voluntaria. En una directiva reciente, la Unión Europea ha definido la RSE en el marco europeo y obliga a las empresas de más de 500 trabajadores a incorporar información social y ambiental en sus informes de gestión.
A pesar de esta novedad, el carácter voluntario que hasta ahora ha prevalecido puede hacer dudar sobre el alcance real de los cambios que las organizaciones dicen que tienen la intención de emprender, y más cuando en numerosas ocasiones hemos visto como la RSE ha sido instrumentalizada por algunas empresas para hacerse un lavado de imagen sin que haya habido cambios reales en los impactos que ocasionan. De hecho, esta preocupación ha hecho emerger, como complemento necesario a estos sistemas voluntarios de RSE, movimientos y plataformas de la sociedad civil que presionan y hacen de observadores de las empresas para que minimicen sus impactos o, al menos, no los oculten.
Entre las distintas formas que ha ido tomando la “vigilancia” o rendición de cuentas sociales y ambientales de las empresas encontramos los sistemas de Auditoría o Balance Social del movimiento de la Economía Social y Solidaria, que tienen la peculiaridad de combinar la dotación de instrumentos de medida voluntarios para la mejora interna de las empresas y organizaciones con la capacidad para dar visibilidad y demostrar que existen formas de hacer economía más justas, democráticas, sostenibles y transparentes que lo que podemos encontrar en determinados ámbitos de la economía convencional.
LA AUDITORÍA SOCIAL DE LA ESS: CÓMO Y CON QUÉ FUNCIONES
Actualmente en España encontramos sobre todo tres herramientas de Balance o Auditoría Social (BAS) vinculadas a la Economía Social y Solidaria (ESS) que se han impulsado desde diferentes territorios: Madrid, Euskadi / Navarra y Cataluña. Todas se basan en cuestionarios que se dirigen a las organizaciones, pero, debido a la naturaleza autónoma de cada territorio en la articulación de la ESS, se han desarrollado metodologías que, si bien atienden a los mismos principios, no piden exactamente lo mismo, y por lo tanto no dan el mismo tipo de resultados. Para hacernos una idea de la diversidad, en la tabla podemos ver qué bloques temáticos tiene cada herramienta y también el número de preguntas.
(pincha en el cuadro para ampliar)
11 preguntas a la empresa y 22 a los trabajadores y clientes
2. 2 preguntas a la empresa y 8 a los trabajadores y clientes
3. La metodología de acceso al Mercado Social de Madrid se apoya con una entrevista. Actualmente se está ultimando una nueva metodología que permitirá obtener puntuaciones para los diferentes indicadores.
En general, todas son metodologías singulares elaboradas de manera participativa pero que se inspiran en modelos de estándares internacionales como la Global Reporting Initiative, y también en otros sistemas de evaluación como los procedimientos de admisión de Coop57[10]
Actualmente, está en marcha por primera vez, un proceso de Auditoría Social a nivel estatal: consiste en una batería acotada de 19 indicadores cuantitativos consensuada entre todos los territorios (en el año 2014) que va a ser anualmente rellenada y posteriormente analizada por todas las redes territoriales y sectoriales que conforman REAS Red de Redes.
Los BAS son herramientas desarrolladas por un movimiento social de base que intenta aglutinar y generar alternativas económicas alrededor de la idea de construcción de mercado social: un espacio económico en el que empresas, inversores y consumidores se circunscriben a unos principios éticos para permitir que cada vez más gente pueda ir satisfaciendo necesidades dentro de un circuito económico alternativo. Los BAS hacen de llave que abre la puerta de entrada a este circuito: las empresas que lo hacen serán reconocidas “públicamente” en el mundo de la ESS y pasarán a formar parte de esta comunidad; si en algunos indicadores están demasiado lejos de las medias agregadas, esto será visible a dicha comunidad, que puede penalizar a la empresa, e incluso puede ser excluida si se ve que está claramente fuera del ámbito de la ESS. Por otro lado, en algunos casos como en Cataluña, para usar el «sello» del Balance Social en sus productos o servicios deben firmar una carta de compromiso de mejora de tres indicadores, y debe ser aprobado por la comisión.
Así pues, los BAS tienen sentido en la medida en que te permiten ser parte de una comunidad y agrandar así un circuito económico fundamentado en principios éticos. Decimos agrandar, porque otra de las funciones diferenciales de éstos sistemas es el papel que cumplen para dar visibilidad a la ESS como conjunto: desde las distintas redes territoriales donde se están aplicando BAS se hacen informes anuales con la información agregada de todas las empresas y organizaciones para hacer una especie de radiografía de la ESS y mostrar en qué estándares éticos se mueve este sector: la información que se muestra son los valores medios de los diferentes indicadores. Para ver en cifras de lo que estamos hablando, se pueden ver los informes agregados de la Auditoría Social de Euskadi desde el año 2007 en auditoriasocial.net (pestaña noticias), así como los informes agregados de Balance Social en Cataluña desde 2007 aquí.
RESULTADOS DEL BALANCE SOCIAL DE LA XES
El Balance Social correspondiente al ejercicio 2013 lo hicieron 70 empresas y organizaciones de diferentes tipologías (ver la gráfica), y aglutinaba un universo de unas 57.000 personas (entre trabajadores, voluntarios, personas en prácticas, socios consumidores/usuarios y otras formas de participación). Entre todas las organizaciones ocupaban a 2.030 personas y hacían circular dinero por valor de unos 60 millones de euros.
(pincha en la imagen para ampliar)
Los resultados en los diferentes bloques temáticos fueron los siguientes.
Democracia La participación en los distintos procesos de toma de decisiones en las organizaciones de la XES varía bastante entre los tipos de organizaciones, y también entre los tipos de procesos (elaboración de planes o aprobación de planes). Podemos ver estas diferencias en la tabla que sigue.
(pincha en la imagen para ampliar)
En cuanto a temas de igualdad, se miden tanto cuestiones de paridad entre hombres y mujeres a diferentes niveles (trabajo, toma de decisiones, cargos directivos), como también las diferencias salariales y las medidas de inclusión social. Por ejemplo, sabemos que de media el 54% de los cargos de responsabilidad ejecutiva están en manso de mujeres y que la paridad era total en espacios de toma de decisión.
A nivel de compromiso ambiental se recoge información sobre el consumo energético y de agua, la gestión de residuos, el consumo de papel, el origen de los productos alimentarios, de higiene, de limpieza, etc.
El compromiso social se mide a partir de la implicación de la entidad con las finanzas éticas, con otras organizaciones de Economía Social y Solidaria (ESS) y también en redes, federaciones, movimientos sociales, etc. Así, el año pasado veíamos que las 70 organizaciones tenían 854.000 euros depositados en entidades de finanzas éticas, o que el 20% de las compras se hacían a otras organizaciones de ESS.
Los dos últimos apartados son los de calidad laboral y calidad profesional. En el primero se envían cuestionarios a las personas trabajadoras de la entidad para qué ellas mismas evalúen (de manera anónima) sus condiciones laborales. En la edición anterior el 35% del total de personas ocupadas contestaron el cuestionario. Aquello mejor valorado, en una escala de 1 a 10, fue el grado de cumplimiento en el pago de nóminas (8,62), la autonomía para organizarse el trabajo (8,5), el apoyo del equipo humano (8,2) y la satisfacción por el trabajo (8,2) y por ser miembro de la organización (8,19). Lo menos valorado tiene que ver con el sueldo (6,62), la sobrecarga de trabajo (6,92) y las condiciones físicas y materiales del entorno a trabajo (7). En el último apartado también se envían cuestionarios a empresas y personas clientas o usuarias para que evalúen (de manera anónima) la calidad del producto o servicio ofrecido.
* Se puede desargar gratis el informe 2013 con todos los datos y el análisis en https://bsxes.org/2014/pages/bs0400.php
[1] A. B. Carroll: Corporate Social Responsibility: Evolution of a definitional construct, Busines and Society 1999.
[2] Hablamos también de organizaciones porque el concepto de RSE evoluciona hacia RSO (Responsabilidad Social de las Organizaciones), para incluir distintos tipos de organizaciones con actividad económica.
[4] iso.org/iso/home/standards/iso26000.htm.
[5] Más información sobre cada una en coamb.cat/puntambiental/opinions.php?notid=54.
[6] Más información en gemeinwohl-oekonomie.org/es.
[8] En Opciones hemos publicado varios artículos sobre los lavados de imagen y la RSE, los encontraréis en opcions.org/es/indice-az/responsabilidad-social-corporativa.
[9] El espacio más representativo en España es el Observatorio de la Deuda en la Globalización, que tiene un apartado dedicado a empresas transnacionales españolas: tinyurl.com/ODG-TNCsEspanolas. A nivel internacional encontramos Corporate Watch (corporatewatch.org), CorpWatch (www.corpwatch.org) o el Corporate Europe Observatory (corporateeurope.org).
[10] Coop57 es una cooperativa de servicios financieros éticos que da préstamos y recibe depósitos. Su Comisión Social evalúa los principios éticos de las organizaciones que quieren asociarse para obtener financiación. En el caso de Madrid, las entidades que han sido evaluadas por Coop57 ya no tienen que pasar por la Auditoría Social de Mercado Social Madrid.
Fotografía: kconnors en morguefile
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