
Hace unos días el presidente de Mercadona, Juan Roig, ridiculizaba el lenguaje inclusivo hablado de «empresas y empresos«. Decía también: «hablaremos de empresarios y empresarias, es que si no te meten en la cárcel». Escuchando los aplausos parece que sus comentarios tienen mucha aceptación. El titular del periódico que cito decía: Juan Roig se mofa del lenguaje progre. El lenguaje inclusivo parece ofender a muchas personas y ridiculizar su utilización pone de manifiesto que, o bien no tienen ni idea, o que lo hacen con el fin de menospreciar a quienes defendemos su uso. Remito al artículo Por un lenguaje inclusivo, no sexista a quienes no tengan claro que significa el lenguaje inclusivo.
El empresario utilizó un lenguaje vulgar, supongo que con ello se aseguraba los aplausos. Aludió a los bazares chinos como ejemplo: cada vez hay más porque hacen la cultura del esfuerzo que nosotros no hacemos. Tal vez este señor no sepa que los bazares chinos abren de 10 de la mañana a las 12 de la noche. Muchos de estos establecimientos los atienden una pareja joven con hijas/os menores que crecen en un entorno poco recomendable para que unas criaturas permanezcan allí todo el día. ¿Es este estilo de trabajo del que dice que admira y ha aprendido mucho? Frivolizar de esta manera pone de manifiesto su populismo.
El citado empresario, o como decida llamarse, dijo también que las empresas surgen de un sueño…No nacemos para maximizar beneficios, si no nos tendríamos que dedicar a la droga. Conviene recordar que Juan Roig es la tercera persona más rica de España, posee una fortuna de 3.700 millones de euros. Suponemos que ha hecho fortuna trabajando como los bazares chinos, 12 horas diarias y en condiciones deplorables. En fin, el mismo se define.
Por seguir con el título del artículo, es importante analizar otra utilización de vocablos nuevos, que con intenciones opuestas a la del citado empresario, se van imponiendo en las redes sociales y que pueden, desde mi punto de vista, propiciar que el lenguaje inclusivo se desvirtúe. Se utiliza a menudo señoro, para ridiculizar a quienes cuestionar el lenguaje inclusivo. O se habla de todes, nosotres, etc., diciendo que incluye a unas y otros y que con ello se evita la duplicidad de términos y que de esta manera se favorece la supuesta economía del lenguaje.
En cuanto al termino señoro, cuanto más lo leo menos me gusta, si queremos calificar o ridiculizar a esos hombres que menosprecian, que invisibilizan y denigran a las mujeres, hagámoslo diciendo lo que pensamos de ellos. Califiquémosles de machistas, misóginos, bocazas, o lo que sea que queramos decir, mejor hacerlo con claridad que utilizar una palabra que se puede tergiversar y al ser utilizada por las mismas personas que defendemos el lenguaje inclusivo, puede perjudicar más que aportar beneficios. Vaya por delante que no pretendo cuestionar la decisión de otras personas de utilizar señoro, faltaría más, comparto la duda que me planteo, porque creo que hay que debatir si es conveniente la utilización de palabras que se van imponiendo y pueden tener el efecto contrario al que se pretende.
Respecto a todes, nosotres, considero que es una manera de arrinconar el lenguaje inclusivo y que no cumple con sus objetivos fundamentales: nombrar a las mujeres, visibilizar sus logros, el papel que por derecho les corresponde. ¿Por qué cuando parece que el lenguaje inclusivo va siendo una realidad en muchos espacios se propone una alternativa, que supuestamente incluye a todas y a todos? Vemos como hombres influyentes ridiculizan el lenguaje inclusivo con el aplauso de determinados sectores. Un twett en el artículo que cito más arriba señala: Juan Roig, como hombre inteligente que es cachondeándose de las tonterías del lenguaje inclusivo.
Estamos en el momento clave para seguir insistiendo en la necesidad de que se nombre a las mujeres. Recordemos una vez más: Lo que no Se Nombra no Existe y las mujeres hemos logrado muchas cosas pero falta mucho para que la sociedad considere que tenemos los mismos derechos que los hombres. Hasta entonces el lenguaje inclusivo, no sexista, debe ser la norma en la educación, en las administraciones y en las empresas y por supuesto en el lenguaje cotidiano. Conviene recordar que la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en el artículo 14 dice: La implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo ha declarado: El masculino universal no engloba al femenino, hay que ir cambiando cosas. Hay una parte de esta polémica que se me escapa. He pedido por carta a la RAE que nos asesore. Si no hay asesoramiento de la RAE, evidentemente continuaré con el proceso.
¿Cómo pueden hacer gracias las declaraciones de un empresario ridiculizando el lenguaje inclusivo? ¿Por qué buscar alternativas cuando aún no hemos conseguido que las mujeres seamos nombradas?
Imagen: Remera. Camiseta. Mercado Libre Argentina
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