
- ¿Que escenarios se plantean tras el anuncio de Trump de la salida de EEUU del Acuerdo de Paris?
- Cambia el eje de influencia a nivel internacional pero se necesitará auténtico liderazgo
El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este jueves que EEUU abandonará el Acuerdo de París sobre cambio climático.
La decisión del presidente de Estados Unidos, ha causado una mezcla de conmoción (por cuanto dinamita los esfuerzos titánicos de la diplomacia internacional en el primer gran acuerdo frente al cambio climático) y de déjà vú, en un presidente histriónico, básico en sus propuestas y acostumbrado a publicitarlas vía Twitter.
Pero ¿hay motivos para la alarma? ¿qué relevancia tendrá la salida del Acuerdo a nivel internacional, de política doméstica, y sobre todo para los esfuerzos frente al cambio climático?
DIMENSION INTERNACIONAL
Juego de Tronos
Desde el punto de vista de la política internacional, querámoslo o no, el Acuerdo de París es una excusa perfecta para que Europa recupere protagonismo internacional y aumentar el europeísmo de una opinión pública y ciudadanía que necesita LÍDERES y por qué no, héroes en los que creer.
Macron, el recién estrenado presidente francés, ha sabido aprovechar magistralmente este nuevo giro. Desde su sostenido apretón de manos a Trump, su firmeza con Putin en la guerra de Siria para luego hacer propia la frase de “Make Planet Great Again”, en un nuevo marco lógico que cambia la retórica política por una más solvente, la ecológica y humanitaria.
Y es que sin ánimo de ser cínicos, en el libro Blanco sobre el Futuro de Europa publicado en marzo de este año, donde se establecen varios escenarios de actuación para el futuro de la UE, la sostenibilidad, se menciona sólo de pasada y las políticas de RSC brillan por su ausencia. Las preocupaciones de la UE, se orientan en recuperar la influencia internacional perdida, recobrar la senda del crecimiento en términos de PIB, reforzar la política de defensa en un escenario de riesgos más complejos pero donde el peso principal lleva a incidir en riesgos de seguridad, ciberataques, riesgos geopolíticos con alguna mención al cambio climático…pero por lo demás, no se hace mención a los ODS, a la economía circular, a la desigualdad o inclusión social, creación de empleo verdes.
Si esta Estrategia pretende tomar el relevo de la inconclusa y fallida Europa 2020. Estrategia europea para crecimiento inteligente y sostenible, con objetivos de eficiencia energética, energías renovables y reducción de emisiones 20-20-20, y de creación de empleos y reducción de exclusión social, es algo que nuestros líderes europeos tendrán que explicar.
Pero sobre todo, si verdaderamente quieren hacer creíble el nuevo protagonismo de Europa, y marcar distancias frente a Trump en el Acuerdo de París, tendrán que liderar la transición hacia una economía baja en carbono en financiación y con una hoja de ruta realista.
Hay que recordar que para conseguir los objetivos marcados el 12 de diciembre de 2015 en Paris, en mitigación, transparencia y contabilidad climática, adaptación y mitigación de pérdidas, se calculó un aumento del financiamiento climático a los 100.000 millones de dólares para 2020 así como para establecer antes de 2025 un nuevo objetivo de financiamiento por encima de la base de los 100.000 millones de dólares.
El pasado mes de mayo se reunieron en Bonn las delegaciones de los países firmantes del Acuerdo de París para avanzar en el libro de reglas que recogerá la reglamentación y procedimientos necesarios para hacer realidad el Acuerdo de Paris. El cambio climático puede contribuir a una nueva gobernanza internacional pero ha de dotarse de una arquitectura firme.
¿Efecto dominó?
El objetivo del acuerdo de París, que fue firmado por más de 190 países y entró en vigor en noviembre de 2016, es mantener el aumento de la temperatura global debajo de los 2 grados respecto a los niveles pre-industriales. Así se evitaría pasar un umbral que, según abrumadora mayoría científica, puede tener consecuencias irreversibles para las capas de hielo, los mares y otras partes de la Tierra.
EE.UU. es considerado el mayor generador histórico de dióxido carbono (responsable de cerca de 15% de las emisiones globales), sólo superado por China.
La ruptura de Trump con las alianzas posguerra, el unilateralismo de su política comercial y ahora, la salida del Acuerdo de París, está dibujando un nuevo mapa internacional que está favoreciendo el acercamiento Europa-China, país que está aprovechando las oportunidades diplomáticas y económicas del unilateralismo estadounidense, como tuvimos ocasión de ver en enero, en el marco del Foro Económico Global de Davos, donde el presidente de China, Xi Jinping, realizó una apasionada defensa del libre comercio y la globalización.
En este contexto, la posibilidad de una deserción en cascada se planteó por John Sterman, profesor de la escuela Sloan de negocios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y experto en políticas sobre calentamiento global. La erosión del acuerdo se plantea más no sobre la salida sino sobre el incumplimiento de las metas del acuerdo.
En los últimos años, China ha intentado dominar una amplia gama de tecnologías de energía limpia para hacer frente a la enorme contaminación y creciente demanda energética. Así, en 2015, China invirtió 103.000 millones de dólares en energías renovables y combustibles, según la Agencia Internacional de Energías Renovables. En comparación, Estados Unidos invirtió 44.000 millones y la Unión Europea, 49.000 millones de dólares.
Por otra parte, la comunidad internacional de países miembros del acuerdo tendrá que redoblar sus esfuerzos en financiación climática si no quiere que el resto de países en desarrollo y los países populistas y nacionalistas tomen a EEUU como referente para liberarse de los compromisos del acuerdo.
En este contexto, los adelantos de los últimos años en energías limpias y baratas, son irreversibles lo que facilitará la transición a una economía baja en carbono, pero es indispensable que este compromiso financiero hacia los países en desarrollo se materialice pronto, eliminando escenarios de cumplimiento a varias velocidades.
A NIVEL INTERNO
La retirada del Acuerdo de París, no pilló a nadie de sorpresa. Fue convenientemente anunciada en redes sociales, y ha servido por ahora, para desviar la atención de la investigación interna por conspirar con Rusia durante las elecciones estadounidenses.
Trump cuenta con el apoyo de su electorado en zonas de EE.UU. cuyas economías dependen del negocio del carbón, así como de una veintena de senadores republicanos que días atrás lo instaron a dar este paso en una carta pública.
Sin embargo, si echamos un vistazo a las encuestas, el Programa de Yale sobre Comunicación Cllimática puso de manifiesto que los estadounidenses abrumadoramente creen que el calentamiento global está sucediendo, y que las emisiones de carbono deben reducirse: siete de cada 10 estadounidenses apoyan la regulación de la contaminación de carbono de las centrales eléctricas de carbón y el 75 por ciento apoyan la regulación del CO2 como contaminante de manera más general. Y esta percepción se distribuye por igual independientemente del posicionamiento político de cada estado. Pero están menos seguros de que los cambios les dañarán personalmente. Es decir, existe un problema de percepción del riesgo.
Percentage of Americans by State who support Paris Agreement
En este contexto, el compromiso de ciudades y estados de EEUU es clave para mantener cierta certidumbre a los inversores en tecnologías limpias y lanza un poderoso mensaje político, porque la salida efectiva de EEUU del Acuerdo de Paris, podría durar cerca de cuatro años, esto es, concluiría un día después del siguiente proceso de elecciones en 2020.
Entre tanto, varios estados y compañías en ese país ya anunciaron que continuarán con sus propias políticas de cambio climático a pesar del anuncio de Trump. Ya hay 29 estados con legislación promotora de la electricidad de fuentes renovables y con exenciones de impuestos y ayudas a tecnologías limpias.
California es el ejemplo más rotundo, con una recién aprobada legislación que impondrá energías renovables 100% para 2045.
Pero más interesante si cabe, será la capacidad de los líderes empresariales para influir en las políticas domésticas. La decisión de Trump, aplaudida por el lobby del carbón, American Coalition for Clean Coal Electricity, y las empresas petroleras, ha sido contestada por más de 20 CEO de empresas norteamericanas.
Entretanto, el discurso oficial parece ignorar el potencial de creación de empleos en el sector de tecnologías de la energía. Según, Bloomberg New Energy Finance (BNEF), en 1990, el coste de fabricación de los módulos solares era de 7.57 dólares por vatio. En 2016, el coste se había reducido un 95% hasta caer al 0.41 dólares por vatio. Descensos similares han tenido lugar en las baterías de litio, o los molinos eólicos. El abandono del Acuerdo de Paris, descolgará a EEUU de la fabricación de estas tecnologías, donde la Agencia Internacional de la Energía predice que hasta 2040, el 75&% de las inversiones en la generación global de energía recaerán en las nuevas formas de energía, frente al 25% de los combustibles fósiles.
Del mismo modo, Bloomberg New Energy Finance predice un porcentaje de ventas de vehículos eléctricos del 35% para 2040.
La desinversión en combustibles fósiles
Si bien es cierto que estas iniciativas internas no tendrán el vigor suficiente para contrarrestrar la decisión de Trump, el liderazgo europeo y chino en el Acuerdo de París deberá acompañarse de instrumentos regulatorios y de mercado para que los compromisos prosperen:
- las desinversiones en combustibles fósiles y sobre todo, la concienciación ciudadana sobre las empresas de combustibles fósiles e inversores que invierten en este tipo de empresas es vital.
Campañas como las de BankTrack o DeFund DAPL, que está presionando a los bancos para que dejen de apoyar a las compañías detrás del Dakota Access Pipeline, representan a movimientos activistas que extenderán su ámbito de influencia en un futuro cercano.
- Los índices de los mercados, ej. El índice de Carbono S & P Dow Jones evalúa la eficiencia del carbono y la alineación de la mezcla energética con la meta climática de 2 ° C
- El creciente protagonismo de los inversores institucionales y la Inversión socialmente responsable: recientemente, más de 200 inversores mundiales (que gestionan más de 15 billones de dólares en activos) instaron al G7 a aceptar el Acuerdo de París y a impulsar su rápida implementación
- Una evaluación seria de la idoneidad de los compromisos nacionales y su adecuación a los compromisos del Acuerdo de París donde tenga protagonismo la participación de los principales actores de la sociedad civil.
- La definición de los instrumentos que deben asegurar la eficiencia y transparencia de esta arquitectura midiendo clara y objetivamente los progresos. En este sentido, la iniciativa de transparencia de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio climático debería incorporar de forma clara y asequible los futuros desarrollos y progresos del Acuerdo de París.
Un contexto en definitiva, con múltiples actores. La salida de EEUU del Acuerdo de París pondrá a prueba el liderazgo de los políticos europeos pero también la de ciudades y líderes empresariales para contrarrestrar la salida de la segunda nación más contaminante del mundo. Todo un desafío de gobernanza internacional.
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