
El gobierno laborista de Nueva Zelanda publicó el pasado 30 de mayo su primer presupuesto para el bienestar, esto es, un presupuesto nacional cuyo gasto está dictado por lo que fomenta el «bienestar» de los ciudadanos y alejándose de las medidas de resultados más tradicionales como la productividad y el crecimiento económico y, en cambio, se centra en objetivos como Comunidad y conexión cultural y equidad en el bienestar a través de generaciones.
Nueva Zelanda no es el único país que está empezando a repensar si las medidas económicas contundentes, como el producto interno bruto, son el mejor indicador del éxito de una nación. Pero, no ha habido ningún otro país importante que haya adoptado tan explícitamente el bienestar como su objetivo.
Bajo la política revisada de Nueva Zelanda, todos los gastos nuevos deben promover una de las cinco prioridades del gobierno: mejorar la salud mental, reducir la pobreza infantil, abordar las desigualdades que enfrentan las personas indígenas maoríes y de las islas del Pacífico, prosperar en una era digital y hacer la transición a un nivel bajo de emisiones , economía sostenible.
Así, las arcas públicas destinarán fondos a proyectos que impulsen el desarrollo de las poblaciones maoríes y del Pacífico y para mitigar los efectos del cambio climático con el objetivo de alcanzar una emisión de carbono cero, excepto la del metano, para el 2050.
En total, el Presupuesto contempla nuevas partidas de unos 25.600 millones de NZD (16.678 millones de USD, 14.981 millones de euros) en los próximos cuatro años, de las cuales unos 1.500 millones de NZD (997 millones de USD o 878 millones de euros) irán destinados a programas para cuidar la salud mental y combatir las adicciones en el país.
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