
Autor: Plataforma Democracia Económica
14 de diciembre de 2018
El ejercicio ininterrumpido de la democracia en nuestro país en los últimos cuarenta años, desde la aprobación de la Constitución en 1978, ha significado un paso importante en la modernización de España. Sin embargo, el impulso democrático de la transición se ha encallado en un aspecto muy relevante para la mejora del bienestar de la mayoría de la población: la democratización de las empresas.
Hay que recordar que el artículo 129.2 de nuestra Constitución dice que “Los poderes públicos (…) establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”.
Las enormes dificultades para generar valor y empleo sostenible por parte del tejido empresarial español, para incrementar su productividad, tienen una clara relación con las prácticas de dirección de las empresas en nuestro país. En la mayor parte de los países europeos desarrollados, desde hace décadas se ha venido produciendo una evolución desde viejos modelos autoritarios de gestión de recursos humanos hacia otros más participativos y transparentes, basados en una nueva cultura del diálogo, la negociación y la participación de los trabajadores, y de otros agentes, al tiempo que se ha reforzado la legitimidad y eficacia de la intervención sindical en las empresas.
La participación financiera de los trabajadores en las empresas, incluido en su capital, se ha venido fomentando desde hace dos décadas en el marco del Derecho europeo, ya que puede beneficiar enormemente a las empresas en clave de competitividad, así como contribuir a que las relaciones laborales sean menos conflictivas.
La democratización de la empresa mejora la calidad de su gestión en tres niveles:
– Amplia el espacio entre el valor y el coste de sus productos, generando bienes superiores. De esta forma, la empresa puede hacer frente a los mayores salarios que se derivan de la mayor productividad generada por el talento y compromiso que los trabajadores incorporan a la empresa.
– Genera unas relaciones de mayor confianza entre empresarios y trabajadores al fomentar el aprendizaje colectivo en las empresas, socializando las habilidades y capacidades individuales, de forma que se crea un clima social propicio para la transmisión del conocimiento.
– La capacidad para alcanzar consensos internos en los conflictos de intereses que surgen entre accionistas, directivos, trabajadores, proveedores y clientes es la clave para obtener mejoras de la productividad, muy especialmente, en empresas que no fabrican productos homogéneos y estandarizados.
Asimismo, en términos globales, al impulsar una mayor reinversión productiva de los beneficios, favorece acercarse al objetivo del pleno empleo, permite una mejor integración de la empresa en el entorno social, en el respeto al medioambiente y en la integración de los derechos humanos en la economía. Todo lo cual refuerza la acción responsable de la empresa ante la sociedad.
Sin embargo, en nuestro país, al calor de las últimas reformas laborales, hemos tomado la dirección opuesta. En palabras de María Emilia Casas, catedrática de Derecho del Trabajo y expresidenta del Tribunal Constitucional, ha habido un claro intento de “reinstalar en nuestro sistema jurídico la concepción de la empresa como un territorio de exclusiva gestión de los empresarios, rescatando del baúl de la memoria (…) la figura del empresario como el Señor de su casa, figura ésta ligada a concepciones autoritarias de los sistemas de relaciones laborales”.
Por todo ello, un grupo amplio de personas (cooperativistas, sindicalistas, académicos, profesores, investigadores, políticos, gestores empresariales, economistas, antropólogos, filósofos, juristas, sociólogos, politólogos…) consideramos que es necesario que en este momento la sociedad española afronte el reto de la democratización de la empresa si no quiere perder el tren de la modernización social y económica.
Para ello, nos hemos constituido en la Plataforma por la Democracia Económica con el objeto de impulsar estos debates en la agenda política y social en la sociedad española, así como promover los cambios legislativos que permitan que la democracia no se detenga ante la puerta de las empresas.
Los textos del primer monográfico son la expresión de reflexiones y propuestas de los autores sobre la democratización económica. Agradecemos a la Fundación 1º de mayo y a Economistas Sin Fronteras compartir la publicación de este monográfico sobre la Democracia Económica.
Monográfico Democracia Económica