
Angeles Briñón
14 de junio de 2018
La composición del nuevo gobierno tras la moción de censura, abre el camino para que las políticas de género, olvidadas en los últimos años, inicien una nueva andadura y den respuesta a las demandas que el movimiento feminista vienen reclamando. Nadie puede seguir desoyendo las reivindicaciones de las mujeres, seguir obviando que la discriminación por razón de género es una realidad que no se puede guardar debajo de la alfombra, ni se puede pensar que basta con hacer declaraciones oportunistas cuando la voz de las mujeres llena las calles.
Se acabó el tiempo en el que la ministra de igualdad, Dolors Montserrat, era la gran ausente en lo que se refiere a temas de calado social y político en lo relativo a la igualdad de género. Raramente se pronunciaba cuando una mujer era asesinada, cuando las calles eran un clamor contra las violencias machistas o contra la sentencia de ‘la manada’, por poner algunos ejemplo. Ante la huelga del #8M hacía declaraciones que avergonzaba escuchar. Vimos también como el anterior presidente, al hablar de brecha de género, paso del ‘eso no toca’ a ponerse el lazo morado cuando se vio que se respaldaban las reivindicaciones feministas masivamente.
Se abre un nuevo tiempo que se ve reflejado en la composición del gobierno que se forma tras la moción de censura. Por primera lo componen más mujeres que hombres y todas las ministras son mujeres de reconocido prestigio en el ámbito para el que han sido designadas. Pero aún queda mucho por hacer y en este camino que comienza la prensa tiene mucho que decir. Los medios de comunicación juegan un importante papel para visibilizar la realidad social y las mujeres periodistas ya se han posicionado.
La huelga del #8M sirvió de detonante para que miles de periodistas firmaran un manifiesto reclamando igualdad. Bajo el lema #LasPeriodistasParamos, hicieron oír su voz en las redes sociales y en los medios de comunicación. Sus reivindicaciones son las mismas que en cualquier otro ámbito reclaman las mujeres: eliminar la brecha salarial, el techo de cristal, la temporalidad, el acoso sexual, avanzar en la corresponsabilidad en los cuidados… en definitiva, diferentes profesiones mismos problemas para las mujeres.
No obstante, algunos medios de comunicación han seguido en su línea de cosificar y minusvalorar a las ministras haciendo reportajes sobre su físico o su forma de vestir. ¿Hasta cuándo tanta insensatez? Hay que nombrar a las mujeres, en este caso a las ministras, por sus acciones, no por su estilo en el vestir, es lo menos que se puede exigir a un periodismo de calidad.
Son muchas las cuestiones que tiene que abordar el nuevo gobierno. Hacer de la violencia machista una cuestión de estado debe ser una de sus prioridades. Eliminar la brecha salarial de género es una demanda social que requiere de medidas urgentes.
El gobierno ha declarado que endurecerá la propuesta del PP, sancionando a las empresas que incumplan la ley. Es lógico que se sancione el no cumplimiento de la ley, lo extraño es que hasta ahora no se haya hecho. Pero no debemos olvidar que en la brecha salarial influyen muchos factores y tal vez el menos importante sea el salario base.
Un factor importante cuando hablamos de brecha salarial de género es la dificultad, en el acceso de las mujeres, a puestos de alta dirección, el llamado ‘techo de cristal’. Las mujeres ven mermadas sus posibilidades de promoción debido a los roles de género que siguen imperando en la sociedad. La maternidad es una causa de discriminación, tanto directa como indirecta. Por ello no basta con sancionar, que también, sino que son necesarios cambios estructurales que impidan que las mujeres, por el mero hecho de ser madres, sean penalizadas en el mercado laboral.
Sólo cuando los padres se ausenten del trabajo remunerado el mismo tiempo que las madres, para cuidar de sus hijas e hijos, la penalización por maternidad desaparecerá. Es lo que viene demandando la Plataforma PPiiNA desde hace años. La corresponsabilidad en los cuidados es una cuestión clave para la igualdad de género. Mientras las mujeres sean vistas por las empresas como ‘menos disponibles’, la igualdad de oportunidades seguirá siendo una asignatura pendiente. Como señalaba Kate Millett (1970), «La familia nuclear moderna, que respeta la división tradicional de funciones, mantiene la supremacía masculina asignando al varón las actividades propiamente humanas, y a la mujer las labores domésticas y el cuidado coercitivo de la prole. De esta división deriva, inevitablemente, la diferenciación de la posición de acuerdo con el sexo». Es decir, hay que eliminar la división sexual del trabajo.
Pero no sólo el cuidado de la infancia debe ser compartido. La alta esperanza de vida está modificando la estructura de la sociedad, cada día son más las personas mayores que requieren atención y cuidados básicos y son las mujeres, de forma mayoritaria, quienes los prestan con el coste profesional y personal que conlleva. La atención a la dependencia es otra asignatura pendiente del nuevo gobierno. Desarrollar un sistema de cuidados con perspectiva de género requiere no sólo dotarlo de recursos suficientes, sino tener en cuenta, también, la situación de las cuidadoras informales que hoy día prestan esos servicios.
Para la atención a la crianza se necesita, además de permisos igualitarios, escuelas infantiles de calidad y a precios asequibles. Para las personas mayores dependientes, centros de atención públicos, cercanos al domicilio familiar, para que la/el mayor no tenga que salir del entorno donde siempre ha vivido. Servicios suficientes para quienes quieran permanecer en sus domicilios, sin que tengan que depender de una mujer del entorno familiar para cubrir las necesidades de cuidado.
Para finalizar, esperamos que el gobierno firme el convenio de la OIT que amplía los derechos a las trabajadoras domésticas. ¿Cómo es posible que miles de mujeres sigan sin derechos sociales y laborales? Debemos tener en cuenta que muchas de las trabajadoras domésticas son mujeres inmigrantes que se ven en la necesidad de aceptar trabajos en situación de precariedad.
El nombramiento de Soledad Murillo, como Secretaria de Estado para la Igualdad, unido al de las Ministras, abre un tiempo de esperanza.
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