
Muchos están interpretando lo sucedido en Volkswagen como la prueba definitiva del “fracaso de la RSE”, o como “una maldición para la RSE”. Desde mi punto de vista es justo lo contrario, es decir, se trata de una bendición, siguiendo la terminología religiosa, para la RSE. ¿Por qué? Podrían desgranarse más argumentos, pero me centraré en tres motivos:
- Porque es una prueba contundente de que la irresponsabilidad empresarial es una mala estrategia y un mal negocio. El caso hace evidente que no todo vale para ser más competitivo y ganar más dinero; demuestra que el engaño, las trampas, sobre todo en asuntos relacionados con aspectos clave del negocio, tiene riesgos que pueden derivar en grandes pérdidas económicas directas, ceses de altos cargos, posibles consecuencias penales para los directivos, y en un daño a la reputación de la empresa (y por lo tanto a su cuenta de resultados a corto, medio y, tal vez, largo plazo) difícil de reparar.
- Porque el caso VW es un excelente ejemplo del fracaso de la falsa RSE. Muestra exactamente, tanto a los departamentos de RSE de las empresas como a la alta dirección de éstas, qué es lo que NO hay que hacer si queremos aplicar la RSE a nuestra forma de entender el negocio. Refleja las consecuencias de entender la RSE de forma perversa, como una falsa fachada de honestidad y compromiso social, como mero maquillaje o un envoltorio bonito para mejorar la imagen de la empresa, como una herramienta de marketing que esconde el daño que realmente se está causando a la sociedad (y a los accionistas). Y muestra el camino a seguir por la RSE, esto es, debe avanzar para incorporarse a la visión y las convicciones del CEO, de los miembros del Consejo de Administración, del Comité de Dirección, de todos los directivos con responsabilidad estratégica y ejecutiva.
- Porque confirma que la RSE es cada vez más una necesidad que una opción. VW nos ofrece otra prueba (caso Enron, WorldCom, Lehman Brothers, Bankia, etc.), de que los negocios del futuro serán responsables o no serán. Y cuando digo responsables no digo perfectos o absolutamente responsables, pero sí honestamente comprometidos con una forma de hacer las cosas donde no tiene sitio el daño deliberado, donde el respeto a las personas y al entorno se entiende no solo como la forma correcta de pensar (la estrategia) y actuar, sino también como la manera más inteligente de gestionar y favorecer a los accionistas.
En definitiva, este caso seguramente ha dañado la imagen de la RSE (la idea que algunas personas pueden tener de la RSE), pero ha hecho un gran favor a la RSE. Las tres razones anteriores pueden resumirse en una idea: el caso VW podemos interpretarlo como un mensaje claro y contundente a navegantes, sobre todo a los navegantes que están al frente de empresas y departamentos de RSE. Es un mensaje que podemos entender como una “bendición” porque nos muestra de forma rotunda cuál no es el camino. De los fracasos también se aprende, o se debería aprender. Pero no es el fracaso de la RSE, sino de una manera equivocada (o tal vez perversa) de entender la RSE. ¿Seguirán ocurriendo cosas parecidas en otras empresas?, ¿se darán nuevos casos de engaño y fraude masivo? Seguramente sí, porque la lógica capitalista tiende a empujar en esa dirección a las personas que integran las organizaciones, y la consolidación de un capitalismo más humano, sensato y consciente está aún lejos, aunque cada vez más cerca.
*Imagen de Flickr bajo licencia de creative commons de Kent Kanouse