El pasado miércoles 25 de febrero de 2015, el banco Santander se comprometió a dejar de prestar dinero a la compañía Asia Pacific Resources International Ltd (en adelante APRIL), la segunda empresa papelera de Indonesia y el mayor destructor de los bosques de Indonesia en estos momentos.
Esta decisión llega tras muchos meses de investigación de las actividades forestales de la empresa APRIL en sus concesiones de la isla de Borneo, reuniones y contactos previos con el banco Santander, y una campaña pública de varias semanas en Reino Unido, España y Alemania.
Los Bosques del Paraíso
Desde Greenpeace hace tiempo que bautizamos los bosques tropicales de Indonesia, Papúa Nueva Guinea y los archipiélagos cercanos como “los Bosques del Paraíso”. Esta región forestal acumula muchos y variados tipos de bosque, desde manglares y bosques pantanosos hasta selva tropical de llanura, pasando por bosques monzónicos y bosques caducifolios en las zonas más áridas y montañosas.
Como otras regiones de bosques vírgenes, la biodiversidad es enorme, incluyendo muchas plantas y animales que no se encuentran en ninguna otra parte.
Los bosques albergan mas de 500 especies de mamíferos y más de 1.600 especies de aves y un catálogo florístico de 30.000 especies de plantas superiores.
Entre estas plantas hay que citar un tesoro biológico como la Rafflesia gigante de Indonesia, flor que puede crecer hasta un metro, o las más de 2.000 especies de orquídeas. De las 43 especies de pájaros conocidas como «aves del paraíso», 38 se dan exclusivamente en Nueva Guinea. También, los escasos bosques vírgenes de Indonesia son el refugio de las últimas poblaciones del cuarto pariente más cercano del ser humano, el orangután; también es el último rincón del planeta donde se puede ver al raro rinoceronte de Sumatra y Java, especie que no hace mucho ocupó una gran parte del sudeste asiático.
Si la biodiversidad es enorme no lo es menos la diversidad cultural de esta región. La diversidad de comunidades y tribus es tan amplia que sólo en Nueva Guinea hay más de 800 idiomas, un tercio de las lenguas habladas en todo el mundo. Muchas de estas culturas dependen de los bosques para mantener su forma de vida, tal como ha sido desde hace muchas generaciones. Su futuro y el de los bosques están íntimamente relacionados.
Campeones también en deforestación
La tasa de deforestación de Indonesia durante la pasada década fue la mayor del planeta.En la última mitad de siglo, se han talado, quemado o degradado cerca de 74 millones de hectáreas de bosque en Indonesia, superficie equivalente a dos veces el tamaño de Alemania.
En esta región, la explotación ilegal y la corrupción en la industria forestal es brutal. El porcentaje de talas ilegales sobre el total está alcanzando cotas nunca vistas en la región . En Indonesia se calcula que, aproximadamente, el 70% de las talas son ilegales, mientras que en Papúa Nueva Guinea dicho porcentaje alcanza el 90%.
Los principales actores de la deforestación en esta región son la expansión de la industria del aceite de palma y el sector papelero. Después de la tala de las especies de madera comerciales, frecuentemente ilegal, la selva tropical es drenada y quemada para instalar plantaciones de palma para satisfacer la demanda creciente de aceite de palma para su uso en alimentación, cosmética y agrocarburantes. También, el bosque secundario es transformado en pasta de papel y la superficie forestal es transformada en plantaciones de acacia y eucaliptos para abastecer las fábricas papeleras.
Y es precisamente la papelera APRIL una de las principales empresas responsables de la deforestación actual en Indonesia, a través de su política de suministros de madera para sus fábricas que incluye la tala y drenaje de bosques de turbera de alto valor medioambiental.
El enorme impacto ambiental y social de la operaciones forestales de APRIL ha sido denunciado por numerosas organizaciones ambientales de Indonesia, que han acusado a la empresa de violar la legislación forestal, causar conflictos con las comunidades locales y de no cumplir sus propias políticas internas de conservación forestal.
Dialogando con el Santander
Esta entidad de origen español había prestado decenas de millones de dólares a APRIL, incluido un préstamo de 600 millones de dólares por el que Santander y sus socios recibieron el premio “Deal of the Year” otorgado por la revista Trade Finance.
Aunque los primeros contactos, por otros motivos, empezaron en 2011, fue en mayo de 2014 cuando Greenpeace puso en conocimiento del Santander que sabíamos que estaba financiando a la papelera APRIL, y que esta empresa estaba muy lejos de los estándares ambientales que el banco decía tener en cuenta en sus proyectos. La entidad se acogió al secreto bancario y poco pudimos avanzar en cuanto a sus relaciones financieras con la papelera.
El Santander nos informó, eso sí, que en 2009 habían suscrito los Principios de Ecuador (que rigen las “buenas prácticas” en materia de financiación) y que en 2013 habían ampliado los proyectos que debían ser evaluados bajo estos principios. También, el Santander dispone de un Comité sobre Cambio Climático, donde analizan riesgos y oportunidades. Nos hablaron de su pertenencia a la iniciativa Banking Environmental Iniative (BEI), que nació en 2010 y que quiere apoyar el objetivo de acabar con la Deforestación en 2020. Y también de sus contactos con el Consumer Good Forum, una coalición de más de 400 empresas del mundo de la alimentación y las materias primas, que quieren abordar el problema de la deforestación producida por la producción de soja, aceite de palma, pasta y papel, carne, etc.
APRIL, la papelera, también intentó durante el año pasado rebatir la dura realidad de la deforestación con papeles y palabras alejadas de la realidad sobre el terreno.
En enero de 2014, APRIL había anunciado un Plan de Gestión Forestal Sostenible que incluía el compromiso de no suministrarse de madera procedente de bosques de «alto valor para la conservación», compromiso que sería auditado por terceras partes independientes.
Sin embargo, una auditoría realizada por la auditora independiente KPMG en diciembre de 2014, en parte solicitada por el banco Santander, encontró que ninguna de las 50 concesiones forestales que suministran madera a las fábricas de APRIL estaban cumpliendo con esta “nueva política”.
Así las cosas, la última conversación entre el Santander y Greenpeace tuvo lugar el 20 de enero de 2015. En esta conferencia telefónica Greenpeace solicitó al Santander una postura firme y coherente con su política respecto a esta papelera. Ya no había más excusas, el Santander ya tenía las evidencias que necesitaba para suspender su relación con APRIL. En aquella reunión, el Santander todavía no reconocía que mantuviera relaciones con la papelera. Nos quedó claro que necesitaba un empujón.
Financiando la Deforestación.
Greenpeace decidió actuar. El 10 de febrero lanzamos una campaña a través de las redes sociales, pero también informando a los clientes del Santander en la misma puerta de algunas sucursales en Reino Unido, país donde el Santander tiene mayores ingresos por sus actividades.
Los claim y logotipos del Santander fueron utilizados para la campaña: en el lugar de los rostros con clientes alegres, nuestros creativos pusieron máquinas deforestando y rostros de orangutanes víctimas de estas prácticas forestales; en lugar de textos y mensajes como “Queremos ser tu banco”, nuestros creativos pusieron “Financiando la Deforestación” y “Financiando la Extinción”; siempre acompañando al logotipo del Santander y el color rojo que identifica a la entidad bancaria. Contrastando palabras y marketing con la dura realidad a la que nos enfrentamos.
Principalmente en Reino Unido, miles de personas han firmado una petición al CEO del banco, han difundido imágenes y vídeos en las redes sociales e incluso han llamado a la entidad bancaria reclamando que la empresa deje de poner dinero para destruir el planeta.
En España y en Alemania, las redes sociales han sido la herramienta para intentar romper el muro de silencio en torno a una empresa que por su enorme inversión en publicidad consigue tener a los medios de comunicación convencionales inactivos en este tipo de denuncias.
Después de verse retratado en las redes sociales y recibir miles de mensajes y reclamaciones, el banco solicitó una reunión a Greenpeace y anunció el 25 de febrero de 2015 que ya había comunicado a APRIL QUE no renovaría el préstamo actual y que no dará nuevos préstamos. Cualquier financiación futura estará condicionada a que APRIL ponga en marcha una política forestal que conserve y proteja los bosques de alto valor para la conservación, tanto por su biodiversidad como por ser grandes almacenes de carbono. Los detalles de este compromiso fueron concretados en una reunión mantenida en Londres entre representantes del banco Santander y miembros de Greenpeace el jueves 26 de febrero.
Más de 150.000 ciudadanos y ciudadanos han ganado una batalla. Han exigido al Santander que cambie de política y han ganado. Es el poder de la movilización social y el triunfo del sentido común. Y en Greenpeace nos hemos felicitado por esta victoria.
Hay que decir, a su favor, que el Santander ha escuchado y respondido. Pero también es importante reseñar que esto nunca hubiera pasado si el banco hubiera tenido una política seria y coherente que imposibilitara que empresas implicadas en la deforestación puedan obtener préstamos. El banco tiene muchas políticas y ha firmado muchos acuerdos. Aparece en los primeros puestos de los ranking de bancos sostenibles y destaca por su apoyo a proyectos de recuperación de la cubierta vegetal y la publicación de libros de defensa de los bosques. Esto no basta.
Ha quedado claro que además de saber hacer responsabilidad social corporativa hay que tener una voluntad clara, firme y perseverante para trasformar el mundo en algo mejor, aunque para eso haya que renunciar a ganar más dinero. Solo si la RSC incomoda y es, a veces, mala para los negocios (sucios), deja de ser lo que muchas veces parece, greenwashing.