En la primera parte de este artículo hacíamos nuestra particular predicción de los retos de la RSC y la Sostenibilidad para este año, desde una perspectiva macroeconómica. En esta segunda entrega, haremos referencia a aspectos más concretos aunque no por ello menos importantes.
Economía circular
El modelo actual de crecimiento lineal de Europa depende casi en exclusiva de recursos finitos, limitando las ganancias según la productividad, y conllevando una enorme pérdida de valor a través de los residuos. Los beneficios económicos de la transición a la economía circular tanto a nivel tecnológico y de innovación como sociales y medioambientales, han sido ampliamente documentados.
En Europa, el 2 de diciembre se aprobó el nuevo paquete de Economía Circular que ha suscitado fuertes críticas, especialmente por las sospechas de la limitación de su ambición y alcance por parte de las presiones de grupos empresariales de la economía tradicional.
La regulación que finalmente se adopte en diseño ecológico, eficiencia energética, obsolescencia, reciclado, o residuos, serán fundamentales para el futuro europeo y de la sostenibilidad, pero deberán tener presentes que a pesar de las resistencias empresariales o de las deficiencias de la regulación, las innovaciones tecnológicas y el cambio hacia una nueva cultura social harán imparable su crecimiento.
Economía colaborativa
Mención aparte merece la economía colaborativa, que está destapando el potencial de nuevos modelos de distribución (bajo demanda, alquiler o suscripción), o de nuevos productos o servicios. Esta economía está experimentando un crecimiento exponencial que es visto como una amenaza para muchas industrias y que ya ha provocado reacciones en los distintos sectores afectados y la intervención judicial y regulatoria (Berlín reguló los apartamentos turísticos en 2014 ; Airbnb ha afrontado regulaciones municipales en San Francisco, Nueva York; la California Public Utilities Commission publicó una orden de cese de actividad a Lyft y SideCar, dos servicios de coche compartido en San Francisco; la regulación de apartamentos turísticos en Madrid o Barcelona por citar algunos ejemplos).
Ahora bien, el instinto regulatorio suele proteger al estatus quo y a los actores existentes cuando la innovación supone una amenaza a modelos de negocio establecidos. En el ámbito estratégico, algunas empresas han optado inteligentemente por dar un paso hacia delante en un reconocimiento de que no se pueden poner puertas al campo: General Motors con la plataforma colaborativa RelayRides, Patagonia se alió con Ebay, General Electric se alió a Quirky.
Desde el punto de vista regulatorio, la clave será arbitrar soluciones que permitan una transición ordenada hacia la economía colaborativa. La Comunicación que emitiera el 16 de julio la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, pone los puntos sobre las íes de lo que debiera ser una respuesta regulatoria proporcionada en base al interés general, y no a los intereses de un grupo de operadores económicos.
Economía social como nuevo motor de crecimiento
La apuesta por modelos empresariales más participativos, que creen empleo, fomenten la innovación, el desarrollo local y la cohesión social, y donde primen las personas por encima del capital y los beneficios, pasa por la Economía Social, su promoción a nivel regulatorio aprovechando las oportunidades de las cláusulas sociales, y eliminación de las barreras burocráticas, y una mayor participación en el diálogo social.
Compra pública sostenible
Una de las áreas donde la transparencia de datos tendrá mayor incidencia en 2016 será la compra pública sostenible. En abril de 2016 finalizará el periodo de trasposición de las nuevas Directivas de contratación pública de la UE. La contratación pública alcanza en los países desarrollados cifras superiores al 15% del Producto Interior Bruto (PIB) y en España supera el 18,5% del PIB (194.000 millones de euros anuales).
La Estrategia Europa 2020 sitúa a la contratación pública como un elemento clave del mercado interior que debe ser utilizada para conseguir un crecimiento inteligente, sostenible e integrador. Su importancia económica y el carácter limitado de los fondos públicos, aconsejan una regulación que favorezca la competencia y mejore la eficiencia del gasto público, lo que redundará en beneficio tanto para las propias Administraciones Públicas, como para los ciudadanos y las empresas. La aplicación efectiva de cláusulas sociales para el acceso a los concursos públicos basados en compromisos efectivos de creación de empleo, desarrollo local, cohesión social, RSE, será un poderoso acicate para la sostenibilidad, y promoverá la viabilidad y competitividad de algunas empresas de Economía Social. No obstante, y en el caso de España, la actual regulación necesitará de mucha mayor concreción a nivel técnico.
Las administraciones públicas claves en la RSC
Algunas ya se están posicionando como pioneros en muchos aspectos. Citar, el Ayuntamiento de Madrid, con la ordenanza de Transparencia del Ayuntamiento de Madrid que va más allá de lo establecido en la Ley estatal, incluyendo sanciones, y una regulación del lobby; y su plan de Derechos Humanos sumándose a otras dos ciudades Graz y Utrecht; los planes de RSC del Gobierno de Aragón, la participación municipal en la cooperación al desarrollo, iniciativas medioambientales como la apuesta a favor de taxis eléctricos del alcalde de Nueva York, permitirán avanzar hacia nuevas formas responsables de entender la gestión municipal.
La RSC en la gestión empresarial
Coherencia en la RSC o la reputación por la acción
El caso Volkswagen, como antes lo fue el fraude del Libor por Barclays o el cataclismo de Lehman Brothers, han vuelvo a poner sobre la mesa las vulnerabilidades de la RSC y sus todavía débiles asideros institucionales y de gobernanza.
Aunque no guste a muchas consultoras y practicantes, la RSC tiene herramientas técnicas suficientes, no precisamos ni más estándares ni códigos, en todo caso unificación o adaptaciones de los ya existentes. La RSC es sobre todo sentido común.
Han fallado las empresas de certificación de sostenibilidad, las auditoras, y los índices reputacionales, si es que alguna vez éstos sirvieron para construir la RSC. La industria del automóvil, es la industria que inventó y exportó las técnicas de gestión de la calidad, la excelencia en los procesos, y una de las más auditadas y certificadas.
En nuestro reciente post sobre el valor de la reputación hacemos un análisis del caso Volkswagen cuatro meses después del escándalo. Ahora bien, aunque todavía el consumo responsable y las estrategias de reputación, queden en la esfera del marketing, el big data y un mayor escrutinio sobre las prácticas corporativas llevarán a la progresiva erosión del efecto halo, y las políticas de acción social y puro marketing de las empresas serán un príncipe destronado de la RSC. La pedagogía sobre el alcance de malas prácticas de la RSC irá en aumento y por parte de actores no empresariales. Triunfarán las empresas, no que pongan en valor sus compromisos ESG, sino las que lo hagan y sean coherentes.
Gobierno corporativo
El comply or explain no experimentará a nuestro juicio, per se, grandes variaciones respecto a años precedentes. Las posibles mejoras en gobierno corporativo vendrán de la mano por un lado, de las normas de transparencia aplicables al sector público y las demandas sobre regulación de los lobbies que harán explícitas la pertenencia de consejeros a varios Consejos de Administración, las puertas giratorias, los conflictos de intereses y la huella legislativa. Por otro, de una ligera tendencia al control de los sueldos de los directivos, especialmente en el ámbito bancario, a resultas de los llamamientos de la EBA para una mayor orientación a resultados sostenibles y al largo plazo en las remuneraciones.
El fracaso de la directiva de cuotas en la UE hará que salvo empujes nacionales particulares –esperamos que España sea una excepción positiva- las políticas de mayor diversidad de género, se estanquen. En materia de discapacidad e inclusión social, la tendencia será más favorable, sobre todo favorecidas por las cláusulas sociales y un mayor desarrollo de la economía social.
En otros contextos, como EEUU, se hace hincapié en una limitación del número de empresas de las que los consejeros no ejecutivos pueden formar parte. Así, a finales de octubre el Institutional Shareholder Services recogía como clave esta tendencia para las políticas de votación de inversores institucionales en las empresas estadounidenses.
Inversión Responsable
La mayor concienciación sobre el cambio climático, el impacto sistémico de las malas prácticas financieras, y las dramáticas consecuencias sociales de crisis migratorias y conflictos geopolíticos, están guiando la evolución de la lSR, tanto entre inversores institucionales como privado,s así como una mayor difusión geográfica de la inversión responsable a países hasta ahora con escasa cuota de mercado.
Las inversiones en la transición hacia energías más ecológicas (ya sea en acciones cotizadas, renta fija o infraestructuras) marcarán el corto plazo en la ISR junto con políticas de inversión basadas en acercamientos positivos y no excluyentes (empresas del sector del agua, producción alimentaria sostenible, salud, educación, o eficiencia energética). A más largo plazo, inversiones en productos para la innovación en sostenibilidad (biotecnología, o aplicaciones tecnológicas).
La mayor sensibilidad hacia la integración de los riesgos y sus efectos sistémicos llevará también a una mayor integración del análisis ESG tendencia que ya se está viendo en la industria del seguro como en la bancaria.
En definitiva, tantos frentes abiertos como el carácter poliédrico de la RSC y para todos los gustos.
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